16 de agosto de 2009

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Cristóbal Colón regateaba con su tripulación cada día. “Tranquilos, que ya falta poco”, era su dribling preferido. También mandaba yo esos mensajes a mis intranquilos mundos internos a lo largo del viaje en tren hasta la Puerta del Sol y la consiguiente subida a la superficie a través de dos tramos altísimos de escaleras mecánicas.
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Cuando al fin crucé la plaza Mayor, me vi recompensado, y así se lo hice saber a mi cuerpo con una limonadita bastante bien lograda que me tomé en la Cava Baja, en un puesto en la calle. Con el vaso aún en la mano, llegué a la carrera de San Francisco justo a tiempo de ver pasar La Paloma (el cuadro). Por cierto, que -con lo bonito que es y el ambientazo que siempre tiene esta procesión- creo que debería llevarse a hombros, no sobre ruedas, que parece que en Madrid vamos de señoritos.
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La imagen iba precedida de un puñado de bomberos en formación, que parecía que los habían escogido. La gente de este barrio, que no se corta un pelo, aprovechaba para decirles de todo. No podría repetir las ingeniosas baterías de piropos que escuché en poco menos de un minuto. “Tío bueno, macizo, guapo” es lo más escueto que les repetían a cada metro que avanzaban. Incluso cuando estaban parados: ahí, más todavía.
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Cuando conseguí pasar al otro lado, recorrí la calle Calatrava y constaté que aún quedaban bares de los de toda la vida donde tomar una segunda limonada. Sin embargo, no hallé ni rastro de aquellos puestos de partidos políticos ni asociaciones de vecinos, etc. que había en mi juventud, y que tanto ambiente reivindicativo daban en la época del alcalde don Enrique Tierno. Eso sí, muchísimos mantones de Manila por los balcones: cada vez nos parecemos más al Corpus de Toledo.
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Dicen que el personal está de vacaciones, pero no se podía dar un paso. Así que tomé por la calle de La Paloma, donde apareció el cuadro, y entré en El Atril, un bar de los de siempre, regentado por un asturiano y un cubano. Como puede deducirse, la limonada hecha por un cubano puede ser de traca en mi caso. No podía dejar pasar esa oportunidad. Claro que tampoco iba a salir de allí sin tomarme un daikirí, cosa con la que rematé y con la que me pilló de nuevo el cuadro de La Paloma que regresaba a su iglesia después de procesionar por el barrio. Desde la puerta del bar, pude comprobar de nuevo que los “piropos” a los bomberos resonaban como trabucazos a medio metro, dado que la calle es más estrecha, y las distancias, cortas.
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De vuelta a Sol miré el reloj y pensé que aún me daba tiempo a pasarme por la calle de la Ternera, por un local llamado “Cuando salí de Cuba”, y allí me dirigí. Dentro había un trío cubano interpretando en directo canciones de la Isla. El ambiente era tan bueno (parecía La Habana). que me sentí transportado, me acodé en un lateral y estuve un rato largo disfrutando.
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El tiempo debió correr a mis espaldas, porque al intentar coger el tren ya estaban cerrados los de cercanías. Me dio igual, hay cosas que te llevas por delante “p’a ti p’a siempre”.
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Que la vida es el único juego donde no se regresa a la primera casilla cuando te comen.

12 comentarios:

FLACA dijo...

Después de esa "noche de ronda", qué más da que hubiera trenes o no.

Anónimo dijo...

FLACA:

Eso quise decir. Tú lo has dejado redondo.

Un beso, amiga.

mangeles dijo...

Jjejeje...yo te hubiera prestado un sofá Pepe jejeje...Yo también estuve...justo en frente de la casa de los mantones de manila y la Virgen de la Paloma en la fachada, la que tienes más abajo en una foto, sentada en una terraza tomando unas copitas...Antes cenamos y tomamos unas cervecitas en un bar en la Puerta Toledo, mientras los bomberos (tios buenazos) se tiraban al vacio desde una escalera altísima...


Besos, amigo

Anónimo dijo...

MANGELES:

jeje... ¿a que son unas fiestazas?

Y aquí nosotros sin presumir ni na y hay más gente que en los sanfermines.

Qué lo sepa el personal.

Besos, colega.

Mª Ángeles Cantalapiedra dijo...

...Hoy has logrado que mi sombra caminara de aquí para allá contigo aunque si hubiera estado de curpo presente te hubiera costado arrancarme de garito cubano. Luego habrías perdio el cercanías pero yo amablemente te hubiera subido al búho nº 5 y te hubiera pestado mi sofá cama.
Yo ayer lo dediqué a hacer de payasa para la fiesta infantil de los niños del pueblo. Todo e mundo me preguntaba de qué iba vestida y no sabía qé decir pues según me miré antes de salir de casa en un espejo me dio la risa y no la dejé hasta que me meti en la ducha. Reirse de uno mismo es un diverimento sanísimo. Por cierto me compré un megáfono, creo ue te lo conté. Tenía música, grababa, la leeeeeche. Pepe, ayer volví a la infancia

Anónimo dijo...

Mª ÁNGELES C.

Es que los niños son la sal de la vida. Los peces de la pecera. Las vidas donde no hay niños, se van apagando. Cuando se hacen mayores y vuelan, se nota un montón. Volar es muy parecido a nadar, pero ya no es lo mismo. Sólo los niños son sinceramente niños. Los adultos que intentamos sacar nuestra parte infantil, nunca lo logramos más allá de unos momentos. Aunque algo es algo, y mejor eso que nada. Me alegro que disfrutases del reino de los cielos. Seguro que lo hiciste de lujo.

Un beso.

mjromero dijo...

Que buena crónica, medio Madrid, medio personal, me ha encantado la u´ltima frase.
Yo en cuanto empiezan las fiestas me alejo o me encierro más, no me gusta tanta gente junta...
Un beso.

Isabel dijo...

Estuve por allí también, y parecía que todo el que no se había ido de vacaciones, se fué a las fiestas de la Paloma. El ambiente de lujo, como siempre, me encantan las fiestas castizas. Un beso

Anónimo dijo...

ALFARO:

Ya te dije que los que habéis aprendido a vivir junto al mar lleváis esa inmensidad dentro. Dicho de otra manera: vais sobrados. ¿Para que acumular más muchedumbre?

Un beso.

Anónimo dijo...

ISABEL:

¿A que sí? ¿A que son unas fiestas encantadoras? Y encima con el añadido de los bomberos, los chulapos/as, la limonada, jeje...

Un beso.

Patricia Angulo dijo...

¡¡Qué importan los trenes!!
(Digo yo que he paseado desde acá, sentada y hasta me he tomado un daiquiri virtual, ajajjaja)

Ahhh por cierto, a la receta del trago de abajo me la llevo enterita, requeteglup qué rica parece!!!!!

Besos.

Anónimo dijo...

PATO:

Muy cierto, Patricia. ¿Qué es esta vida sino un ir y venir permanente de trenes? ¿Por qué preocuparse por uno que no se pudo coger una noche de agosto?

Ya me dirás cómo te ha salido la limonada de La Paloma.

Un beso, amiga.