29 de abril de 2010

.

Pasado mañana es 1º de Mayo. Los anónimos protagonistas de los hechos nos miran en silencio desde cada catedral levantada, desde cada acueducto, desde cada pirámide. Así hasta hoy, nada lleva su nombre.


Vaya para ellos este poema:


¿Quién construyó Tebas,

la de las siete puertas?
En los libros se mencionan los nombres de los reyes.
¿Acaso los reyes acarrearon las piedras?
Y Babilonia, tantas veces destruida,
¿Quién la construyó otras tantas?

¿En que casas
de Lima, la resplandeciente de oro, vivían los albañiles?
¿Adónde fueron sus constructores

la noche que terminaron
la Muralla China?
Roma la magna está llena

de arcos de triunfo.
¿Quién los construyó?
¿A quienes vencieron los Césares? Bizancio, tan loada,
¿Acaso sólo tenía palacios para sus habitantes?
Hasta en la legendaria Atlántida, la noche que fue devorada
por el mar,
los que se ahogaban clamaban llamando a sus esclavos.
El joven Alejandro conquistó
la India.
¿Él sólo?
César venció a los galos;
¿no lo acompañaba siquiera un cocinero?
Felipe de España lloró cuando se hundió su flota,
¿Nadie más lloraría?
Federico Segundo venció en
la Guerra de Siete Años, ¿Quién
más venció?

Cada página una victoria
¿Quién guisó el banquete del triunfo?

Cada década un gran personaje.
¿Quién pagaba los gastos?

Tantos informes,
tantas preguntas.


Bertolt Brecht.


Y con este poema doy por finalizado el blog. Algo me dice "hasta aquí" según escribo. Tal vez, la marea inconsciente -que todo lo desmonta una vez levantado- sea la causa. Algo así como esos enormes mandalas tibetanos pacientemente construidos con arenas de todos los colores, destinados a ser barridos una vez terminados.


El tiempo dirá.


Codorníu, Saleta y Chumpéter: Despedidas.

.

.

27 de abril de 2010

Atrévete a saber.

.

Morir por manifestarse. Nunca jamás me imaginé que este clamor por la Amnistía de 1977 -al que corresponde la foto, y que vivimos en aquellos años- se refería a perdonar los crímenes de la dictadura.

Supongo que Arturo Ruiz tampoco imaginaba que ese día iba a dar la vida por una más que confusa impunidad. Murió en esa manifestación que refleja la imagen, sin tener la necesidad de buscar más atrás en la Historia para encontrar su "sino", y fue enterrado con una rigurosa reserva en el cementerio de Fuencarral.

"El cadáver, sacado del Instituto Anatómico Forense en un furgón, a la una y cuarto de la tarde, fue conducido al cementerio. No se registraron incidentes en el lugar, que estaba fuertemente vigilado por efectivos policiales. Después del asesinato de Arturo, en el lugar de la muerte, se produjeron fuertes incidentes entre la policía y los manifestantes al intentar expresar nuestra protesta por el incidente e impedirlo la llamada fuerza pública. Según las declaraciones de los vecinos, la policía no se presentó en la zona durante el incidente del asesinato; sólo después de que unos jóvenes pusieran unos ladrillos en círculo alrededor de la sangre del muchacho muerto -y una cruz con dos palos y una cuerda que les tiraron los vecinos-, aparecieron tres policías de las brigadas antidisturbios que empezaron a quitar los ladrillos, tiraron la cruz y restregaron la sangre con sus botas.

Minutos después, aparecían tres coches-patrulla con algunos inspectores de Policía y un chico que les llevaba a donde habían matado a Arturo Ruiz. «Empezaron a preguntarle al muchacho que dónde estaba el muerto, que allí no había nada. Nosotros les dijimos que si no había nada era porque los guardias lo habían quitado todo» Sobre las dos de la tarde, unos cien jóvenes, enterados de la noticia se presentaron en el lugar, algunos de ellos con flores. Tras dibujar una figura en el suelo, pusieron en medio del corazón dibujado, dos casquillos de bala. La policía que continuaba en la zona ordenó disolverse a los concentrados.

Instantes después, una lluvia de botes de humo rompió algunas lunas de la citada calle, al tiempo que los policías antidisturbios realizaban una carga. Según los vecinos, las fuerzas antidisturbios empezaron a golpear a los jóvenes y, al parecer, hasta las tres de la tarde, se produjeron carreras, gritos de «aquí estamos, nosotros no matamos» y cargas de la policía que incluso usó los caballos para vigilar las calles existentes detrás del edificio de la Telefónica.


Por la tarde, intentos de poner claveles, velas y lazos se sucedieron ante la prohibición de las dotaciones de varios coches-patrulla y cuatro jeeps que retiraban inmediatamente todos los objetos y empujaban a los presentes a que se fueran.


Arturo Ruiz García era estudiante de Bachillerato Unificado Polivalente, tenía diecinueve años de edad, y vivía con sus padres en el barrio madrileño de Peñagrande. Trabajaba en la construcción, concretamente en unas obras de la plaza de Roma, y era afiliado a Comisiones Obreras.

Tenía otros cuatro hermanos. El fallecido no tenía antecedes de ningún tipo"

(Los datos entrecomillados han sido sacados del archivo de El País.com, que espero que no me demande)

Codorníu. "La memoria histórica que me tocó vivir a mí ¡Cómo sería la otra!"

.

24 de abril de 2010

Lo que pasa en este país es increíble. Pensaba yo que Gabilondo gustaba de separar la buena literatura de la otra, la que tienes que hacer por obligación. Pero me equivoqué: el ministro ha elegido la víspera del Día del Libro para presentar su “Pacto social y político por la Educación”. Demasiado cercanas ambas fechas para descolgarse con un documento que no concreta -una vez más- las medidas para que el sistema educativo reduzca de forma relevante el fracaso escolar y el abandono de una parte importante del alumnado. Como siempre ocurre con este tipo de "literatura al peso", demasiadas expresiones que se pierden en redacciones abstractas.

Baste un ejemplo: la reducción de las ratios. A pesar de estar fijados los máximos hace más de 20 años, no se recoge en el texto una medida tan imprescindible para la mejora del sistema. No se ha querido plasmar una disminución del número de alumnos por aula en ningún tramo educativo, y clases bastante por encima de los 25 alumnos es un número vergonzante cada vez más frecuente. Parece que da miedo ponerle el cascabel al gato, cuando en nombre de la llamada libertad de elección de Centro, el Estado malgastará el dinero en otras opciones procedentes de la iniciativa privada, mientras el fracaso escolar, el abandono y los déficits de inclusión educativa y social no serán atendidos con recursos suficientes y con diligencia. Como siempre, pagando el pato los de siempre.

Qué lástima de tiempo perdido. El ministro se ha tirado meses y meses para intentar consensuar un documento en el que quedan recortados un montón de principios, en los que seguramente cree. Todo en aras de alcanzar un acuerdo con los estamentos y partidos más conservadores de esta sociedad. Y ni aún así (por más gaseosa que le ha echado al vino) se lo van a suscribir por razones netamente electorales ¿Acaso no lo veía venir?

Y ahora que ya está claro que no tendremos un pacto de estabilidad normativa, yo me digo: O lo firmamos todos -que a los demás tampoco nos gusta un pelo como queda- o volvamos a los principios, borrón y cuenta nueva, y a sacar una Ley de Educación como es debido. No que, a cambio de nada, sigamos rodando de cabeza por la pendiente de la regresión ideológica que tanto está deteriorando la enseñanza pública.

No es la primera vez que pasa. Luego se extrañarán cuando pierdan un millón de votos por la izquierda. Y es que... si el gobierno no puede publicar buena literatura tan cerca del Día del Libro, ¿a quién le va a colocar un sólo ejemplar el resto del año?

Codorníu.

.

22 de abril de 2010


Ya creía que no llegaba a tiempo con el último tramo, los libros de Infantil. Mañana es el Día del Libro y no me lo perdonaría. No en vano, los más pequeños son sin duda la raíz de este árbol que tenemos que cuidar entre todos. Aquí tenéis algunos títulos recomendables: en la editorial Kókinos están las aventuras de La pequeña oruga glotona, de Eric Carle. Y también otro cuento muy especial, El pequeño rey de las flores, de Kveta Pakovska.

Otra editorial con una selección interesante es Kalandraka, con títulos como ¿A qué sabe la luna? (una preciosa historia de animales), o un clásico, Los siete cabritos con ilustraciones de plastilina. También en esta editorial hay dos joyas de la literatura infantil: Los tres bandidos, de Tomi Ungerer, e Historias para dormir ratones, de Arnold Lobel. Seguro que a nuestros peques les encantarán ambos cuentos.

De este último autor, Alfaguara tiene publicado los cuatro libros de aventuras de Sapo y Sepo, dos sapitos muy divertidos. Y también podéis encontrar en la misma, Donde viven los monstruos, de Maurice Sendak, junto a otro título emblemático: El topo que quería saber quién había hecho aquello en su cabeza, de Wolf Erlbruch.

Por último, otra editorial que merece la pena tener presente es Juventud. Allí está un cuento muy especial: Sopa de calabaza, de Helen Cooper.

Codorníu. Literatura infantil a partir de 3 años.

.

17 de abril de 2010

La semana próxima se celebra el día del libro. Esta penúltima entrega va dirigida a niños y niñas entre seis y ocho años; y por extensión a sus papis, tíos, vecinos, amigos grandes, etc. Se trata de un periodo psicológico donde resultan ideales las historias fascinantes que utilizan la interacción entre un texto corto e imágenes con un gran poder narrativo. Entre otras cosas para que el lector primerizo no se canse juntando letras y acceda por un puente de plata a las historias que le interesan. Ahí está la clave para que se prenda la llama del amor por los libros.

De editorial Anaya, El topo Grabowsky, de Luis Murschetz, es un texto muy lúcido para comprender el efecto que tiene la acción del hombre sobre el medio. En Kalandraka, el cuento Historias de ratones, de Arnold Lobel, es ya todo un clásico confirmado por los años. Al igual que estos dos títulos en Edelvives: El monstruo peludo, de Henriette Bichonnier; y Otilia imagina, de Antonio Vicente. De la editorial McMillan, El Grúfalo, de Julia Donaldson, es un acierto que ya ha vendido más de 2 millones de copias. Excelente, también, es El domador de sueños, de Nicolai Troshinsky, editado por Kókinos. O Laura y el corazón de las cosas, de Lorenzo Silva, que está en Destino.

A estos primeros lectores, les encantará Una piedra extraordinaria, de Leo Lionni, muy bien editada por Ekaré. O la reedición emblemática de Donde viven los monstruos, de Mauric Sendak, una historia poética con una admirable economía expresiva, que sobrevive al paso del tiempo desde 1962.

Los lectores más avanzados de esta franja infantil, pueden elegir tres títulos de la editorial Anaya: Los tres amigos / El coche de carreras (dos volúmenes), de Helme Heine; Óscar y el león de correos, de V. Muñoz Puelles; y Gato negro, gato blanco, de Andrés Guerrero. Por otra parte, el catálogo de Everest mantiene una apuesta segura: El hombrecillo de papel, de Fernando Alonso, que hace reflexionar sobre el poder de las palabras para con los seres que amamos. Y para acabar, una joya: Lóguez ha reeditado un clásico (escrito en 1936) que trabaja de forma magistral el respeto por la diferencia, Ferdinando el toro, de Munro Leaf.

Codorníu. Literatura infantil a partir de 6 años.

.

13 de abril de 2010

.

Representantes del mundo de la cultura como Pedro Almodóvar, José Sacristán, Pilar Bardem, el poeta Luis García Montero, o Almudena Grandes, entre otros muchos, llevarán a cabo un encierro indefinido a partir de mañana en apoyo del juez de la Audiencia Nacional, Baltasar Garzón.

El encierro comenzará a las 10.00 horas de mañana y se llevará a cabo en la Facultad de Relaciones Laborales de la Universidad Complutense de Madrid, situada en la calle San Bernando en donde, según recordó la actriz Pilar Bardem, "comenzaron las protestas ciudadanas en la última etapa del franquismo"

Las personalidades que respaldan esta iniciativa, entre las que se encuentran Juan Diego Botto, Pepe Viyuela, Ismael Serrano, o Pedro Guerra, también anunciaron que tienen previsto concentrarse frente a la Audiencia Nacional, todos los días de lunes a viernes hasta el próximo 22 de abril, día en el que el juez Garzón comparecerá frente al tribunal.

EUROPA PRESS - Madrid - 13/04/2010 19:42

Que en este país hubo "transición" no se duda en ningún lugar del mundo: tanto se ha presumido a los cuatro vientos. Que "eso que pasó entonces" ya no es modelo para nadie, tampoco se duda a estas alturas.

A qué hemos llegado, es lo que no sabemos... Pero, por favor, no le llamemos "democracia".

Da dentera.

Codorníu.

.


10 de abril de 2010

Lo mejor de los cuentos es dar con la llave para que el tiempo pasado junto a ellos sea dichoso. Cuando hemos logrado eso, el mundo se vuelve infinitamente más grande; se puebla de sueños, voces, miradas, palabras, emociones…

Seguimos adentrándonos poco a poco en la primavera, y el Día del Libro está cada vez más próximo. Este segundo bloque de títulos reúne una selecta recomendación para niños y niñas a partir de los 8 años. Espero que os sea de utilidad:

Beltrán el erizo, un cuento con encanto de Concha López Narváez, que siempre cautiva a estas edades. Está en Planeta-Oxford. El contador de cuentos, de SAKI, es un título imprescindible por su texto y sus maravillosas ilustraciones. Se encuentra en Ekaré. El secuestro de la bibliotecaria, de Margaret Mahy, es una historia de bandidos, salpicada de ingenioso humor, publicada en el catálogo de Alfaguara. Y para cerrar este primer párrafo de transición, no puede faltar un libro visualmente rompedor: El final del verano, de Stian Hole, todo un lujo de la editorial Kókinos.

Para lectores más consolidados: Rosalinde tiene ideas en la cabeza, de Christine Nöstlinger, en Alfaguara; un texto ideal para soñar y desear en secreto. O Memorias de una gallina, de Concha López Narváez, en Anaya: un clásico de coeducación, que va mucho más allá de una preciosa y tierna historia de animales. Con Madera de piratas, de Alain Surget, en Edelvives, se pasan un montón de buenos ratos a través de disparatadas aventuras. Y para cerrar este grupo intermedio he aquí un broche muy bonito seleccionado entre los Premios White Ravens: Cactus del desierto, de Roberto Aliaga, en Siruela.

El gato al que le gustaba la lluvia, en Siruela, inaugura un tercer puñado de títulos para los lectores más avanzados, dentro de esta edad. Se trata de un libro con unas ilustraciones preciosas y una historia llena de ternura. Su autor es Henning Mankell, y seguro que disfrutaríais sólo con hojearlo. Como os pasaría con el El superzorro, de Roal Dahl, en Alfaguara. Este título siempre es una apuesta segura que se seguirá reeditando cuando vuestros hijos sean abuelos. Algo así pasará con otro número de la misma editorial: El hombrecito vestido de gris y otros cuentos, de Fernando Alonso; ya todo un clásico de la literatura infantil, salpicado de detalles sorprendentes. Más próximo a la vida misma se encuentra en SM una correspondencia que lleva ya bastantes años encantándonos por su tierna relación de amistad: se trata de Querida Susi, querido Paul, de Christine Nostlinger. Y para terminar, únicamente nos queda recomendar sendos regalos para la sensibilidad humana: El maravilloso viaje de Xía Tenzin, de Patxi Zubizarreta, en Edelvives, y Palabras de caramelo, de Gonzalo Moure, en Anaya; dos títulos que sobrevivirán al paso del tiempo.

Codorníu. Literatura infantil a partir de 8 años.

.

4 de abril de 2010

.

Con la llegada de la primavera comienza mi particular cuenta atrás. Termina la Semana Santa y se abre una pendiente que sabe que al final sucederá lo inevitable: cambiaré la ropa de cajones, de armarios, de maleteros; y en algún rincón que nunca recuerdo -porque el dolor siempre se evita-, aparecerán, como cada año, sus gafas de espejo de montura redonda.

Si me llamas, te mato. Esto es una locura. No quiero volver a hablar de todo aquello –me mintió en aquel bar de Malasaña, una vez acabadas dos botellas de havana.

Lo dijo, porque ya tenía su teléfono. Aquel día llevaba yo bajo el brazo "Los cantos de Maldoror", y lo había apuntado en la primera hoja. Ella dictaba totalmente borracha. Al poco de dármelo, recuerdo su mirada de ardilla. Un fulgor de arrepentimiento asomaba a sus ojos como chispas eléctricas.

Toma las gafas y dame el libro –dijo al poco, como si con eso cerrásemos un trato.

Recogí las gafas de su mano; y le pasé el libro, no sin antes anotar mi teléfono junto al suyo.

¿Por qué has escrito Yailene? –susurró.

Nunca supe tu nombre –contesté.

Tampoco yo el tuyo. Y sigue sin importarme.

Una semana después me llamó, y dijo como entonces:

"Ha llegado una caja de botellas de Codorníu"

Pero al ver que me faltaba el aire, añadió en seguida:

Soy Saleta. El otro día fui un poco cabrona...

Codorníu.

1 de abril de 2010

.

...Poco después de aquel día en que me suplicó que aceptase aquella pequeña llave de taquilla, Saleta (nunca supe su verdadero nombre) desapareció del piso. Aquella Semana Santa se había dado cuenta de lo absurdo de sus sacrificios. La luz ejemplar que la había traído a Madrid a finales de los sesenta con la tarea, tan descomunal como inútil, de sacar a flote la más rota de sus barcas vacías -la vida de los otros-, había muerto en una cruz en Bolivia sin procesión que la diese acogida alguna.

Lo que no estuvo claro desde aquel entonces (y ahora menos aún) es si anduvo viva durante mucho tiempo. Al menos, no lo estuvo de la manera en que se entiende comúnmente. Y es que en su sien –según las últimas notas del diario que encontramos Chumpéter y yo al abrir aquella consigna de la estación de Atocha– quedó atravesada, como un disparo propio, la despedida final que sostuvimos sin mediar palabra en el andén del metro de Sevilla, cuando sólo cabían en nuestra vida las miradas con esperanza.

Codorníu. Memorias de la Dictadura.