quien ve hacia adentro, despierta”
Carl Jung
Para el hombre-otoño, los recuerdos se agolpan en esta época del año. Aquel tatuaje aún le altera el ritmo cardíaco desde su singular ubicación, equidistante entre la cadera y la ingle. Justo ahí evoca la magia sobre estos pálpitos, dándoles caña sin tregua ni cuartel alguno.
Las intensas emociones vividas con Saleta desestabilizan la superficie lisa de un viejo espejo (ya más parecido a un charco) donde se reflejan los pájaros que emigran. Más adelante, como pasa todos los años, cuando el desencole de los guarismos se acerque a lo insoportable, el hombre-otoño encargará al viento que organice las cifras en espirales siguiendo una secreta ley repetida en los girasoles.
Y cuando el suelo se cubra de hojas secas, el hombre-otoño regresará junto a los pronombres desaparecidos a cotillearles con tristeza lo que se han perdido por irse antes de tiempo. Ellos, rumbo a las Itacas, no sentirán la culpa de pertenecer a estas generaciones que llevarán el estigma del deshonor, si es que los futuros libros de Historia no censuran los hechos o inventan eufemismos que difuminen este dejarse quitar -sin mover un solo dedo- lo que con tanto esfuerzo arrancaron nuestros padres y abuelos a la negra noche donde cumple condena la Humanidad.
Las intensas emociones vividas con Saleta desestabilizan la superficie lisa de un viejo espejo (ya más parecido a un charco) donde se reflejan los pájaros que emigran. Más adelante, como pasa todos los años, cuando el desencole de los guarismos se acerque a lo insoportable, el hombre-otoño encargará al viento que organice las cifras en espirales siguiendo una secreta ley repetida en los girasoles.
Y cuando el suelo se cubra de hojas secas, el hombre-otoño regresará junto a los pronombres desaparecidos a cotillearles con tristeza lo que se han perdido por irse antes de tiempo. Ellos, rumbo a las Itacas, no sentirán la culpa de pertenecer a estas generaciones que llevarán el estigma del deshonor, si es que los futuros libros de Historia no censuran los hechos o inventan eufemismos que difuminen este dejarse quitar -sin mover un solo dedo- lo que con tanto esfuerzo arrancaron nuestros padres y abuelos a la negra noche donde cumple condena la Humanidad.
Codorníu.