29 de marzo de 2008

"Sodade" era un vinilo que seguía dando vueltas a mi corazón, cuando el camarero me puso en la calle. Algo de otro puzzle, del que ya no sé si sabría reunir alguna pieza, completó aquel "Buenas noches", al que naturalmente, no respondí. Esas caricias heladas -las recuerdo bien- miraron a izquierda y derecha, desconcertadas, buscándose en el vaho de algún escaparate. Estaba amaneciendo.
.
Con la dignidad que me quedaba, rodeé la girola de alguna religión donde encontré, calcificadas, las cagadas de las palomas que nunca irían a la guerra del Golfo con mi voto. De inmediato, me acoplé a ese rastro que acababa ante un letrero de neón, arrinconado por aquella negrura del presente. Se trataba de una pequeña palabra en mayúsculas: “PULGARCITO”. Debajo, mucho más reducida, me costó leer otra línea: "Sólo para quien recuerde las pinturas Alpino".

Entré enseguida, apartando una cortina de terciopelo escarlata que separaba los miedos de los mitos. Un barman (no sé si se dice una barman) vestida con un smoking negro con pajarita, el pelo brillante de fijador, una bandeja bajo el brazo y una sonrisa única en los labios me recordó a Elke Sommers por un instante breve. Consideré la posibilidad de irme cuando me temblaron las piernas al mirarnos. Si me quedé fue porque sabía que no iba a encontrar otro local abierto a estas horas de la vida, que tuviese servilletas de papel en la barra y una Caperucita disfrazada de negro.

No sé si te preguntas algo. Quizá yo también me pregunté lo mismo aquella noche.

27 de marzo de 2008


Desde que abrió la mano
y soltó
aquel puñado de años,
su madurez
-antes de cumplir más trienios-
se escapó
apresuradamente
como una bandada de palomas
liberadas.

De las mesas de mármol
recogió las servilletas de papel
retorcidas,
y de los reflejos en la pared
del vaso, la mirada
de alguna camarera.

Del puzzle de su vida
desencoló la parte
donde estaba su rostro,
y extendiendo la mano
para contar a dedo
luces de barcos en la noche rasa,
se despidió del presente

eterno.

Tan sólo
el batir de los huevos
le contestó
de cocina a cocina
-por los patios-
aprovechando
la luz de las ventanas,
y fue rompiendo
el silencioso gemido
suscitado
por aquel pozo hondo
e inútilmente
inevitable
de quién sabe qué cosas
del pasado.


Codorníu.

23 de marzo de 2008

“Y en la cima,
bravo como un espino,
el viento

haciendo sonar el arpa de las rocas”
.
(Antonio Colinas, Regreso a Petavonium)

Al cabo del día piso una y otra vez por esa tablilla del parquet que baila. Tan sólo es un «clinc» seco, como el que haría la campana de madera de un
dojo. Algo que ha llegado inesperadamente a mi vida y que no le pido más de lo que puede darme: un sonido poco afortunado para ser un ancla; aunque perfecto para retener en el presente una mente con la que juegan los vientos del pasado.

Claro que podría no pisar, aprender a prever la zancada según me acerco, dar un saltito, evitar el «clinc»... incluso, a las malas, intentar arreglar ese ruido molesto como hice con la secadora.
.
Un día, tarde o temprano, dejará de sorprenderme. Cuando eso pase regresará el silencio interrumpido por el golpe del toldo contra la barandilla de la terraza. No siempre es así, desde luego. El viento, por naturaleza, va a su aire en un caballo blanco, impredecible, aleatorio, circunstancial. Por eso me pregunto mirando mi tablilla: ¿Qué prisa hay, pues?

19 de marzo de 2008

"El hombre joven envejece fácilmente,
pero el saber es duro de adquirir.
Te lo ruego: aprovecha cada instante,
porque ahora que es primavera, sueñas;
pero cuando despiertes,
las hojas habrán tomado
el color del
........................................[otoño"
............................

...........................(Taisen Deshimaru)

Acabo de deshacer un barco de papel. Las marcas de las dobleces me recuerdan que la vida es un plano arrugado donde, en vano, me busco y me invento paradas para hallarme.

En cada viaje imagino las ventanillas mojadas, los paraguas abiertos de la gente, mis primeros recorridos por los charcos, las pisadas alegres... o tristes.
.
Los billetes gastados que redescubro ahora, amarillentos, señalaron en su día páginas de algún libro inconcluso. Como siluetas soñadas, transitan sempiternas sobre un mapa de heridas que vaga errante de una página a otra. Para no perderme, con el dedo voy siguiendo el trazado por calles olvidadas a propósito... y en cada cruce, me paro: "Qué hubiera sido si… "

Pero mi barco de papel, al contrario que los billetes de autobús, nunca pasó de ser una metáfora de la libertad que se quedó al descubierto sin su forma cuando se desdobló a sí mismo para secarse debajo de aquel puente... ese que ya ni nos ve ni nos cruza. Y allí quedó desnudo como un viento que me corta los labios.
"Ya lo sabemos
es difícil decir que no
decir no quiero
ver que el dinero
forma un cerco alrededor
de tu esperanza
sentir que otros
los peores
entran a saco por tu sueño
ya lo sabemos
es difícil decir que no
no quiero
no obstante cómo desalienta
verte bajar de tu esperanza
saberte lejos de ti mismo
oírte primero despacito decir que si
decir si quiero
comunicarlo luego al mundo enajenado/.... y ver que un día/pobre diablo/ya para siempre pordiosero/
poquito a poco abres la mano/ y nunca más puedes cerrarla"
.................................. ..........................(Mario Benedetti)

17 de marzo de 2008

"Es generosa la luna –no se notará
que mis cabellos han encanecido. La luna
los hará rubios de nuevo. No notarás nada
Déjame ir contigo"

...........(Yannis Ritsos, Claro de luna)


Hoy he improvisado a medias. Esta noche era tan parecida a aquella otra, que no he tenido que pensar dos veces. Cierro los ojos; me encuentro en un andén, hace ya muchos años. Es como una canción que no necesito recordar. Que se asoma a los labios y la siento. Tiene que ser así, de golpe; como dice Bob Dylan: “Dont Think Twice It's All Right”.

Los lunes de semana santa atruenan mis silencios de jadeos de estación. Sé que no hay puentes que me devuelvan al que era. Como cuerdas al aire, siguen sonando sobre traviesa y traviesa los poemas de Ritsos. Mi corazón no puede retener más. Tampoco me atrevo. Tocar los libros de entonces para refrescar mi memoria, me cuesta y me emociona. Mucho menos coger un papel y escribir que alguien me debe un beso que se quedó en el vagón, entre las patas de los asientos de madera. Una vez lo intenté; pero el recuerdo me trajo demasiados en una sola noche, y no pude con ellos.

Qué ironía: hoy deseaba que “quien fuera que fueses” me volvieras a hacer preguntas, cuando no tengo voz para responderte. Un deseo absurdo, impotente, yermo. Nos hemos mirado con las manos en los bolsillos, como si tuviéramos que guardar algo. Y luego me he bajado en una estación que no era la mía. Sólo recuerdo eso. Es muy poco, lo sé, para que podamos reconocernos.

15 de marzo de 2008

“Si golpeas la puerta de una casa vacía
el muro te responde.
Si señalas el rastro de una perdiz herida
el perro te la trae.
Pero si hablas con alguien que no existe
tu voz es como el eco
perdiéndose en los montes”
.
(José Agustín Goytisolo, Tu voz es como el eco)

Siguiendo raros espacios de lucidez, navego hacia las doradas arenas de las Sirtes sin volver la cabeza para nada. Mi presente y yo nos vamos alejando, y buscamos la soledad por caminos distintos. No será mucho tiempo: el imán de este juego absurdo hará que demos el uno con el otro inevitablemente... y ahí se esfumará para los dos la brecha.

Antes que el abrazo de esta tenaza machacona nos obligue a vivir con la mente en el yunque, me gustaría cambiar algunas cosas del pasado. Así que alzo el papel cebolla, me deslizo al otro lado, rebusco, corto, pego, guardo los cambios y me recreo en las estatuas recordadas, donde –afortunadamente– fui otro a cada paso. ¿Acaso ha habido alguien que no fuera sino la suma de muchos pasos y de muchos otros...?

Siento a mi lado la envidia del presente: debo irme. Es una lástima, porque aquí era alguien. En el mundo que llaman real y verdadero soy, como mucho, un mero concepto; un reflejo en el espejo, una sombra por las aceras de cualquier ausencia, resbalando, impreciso...

12 de marzo de 2008


Yo soy para mí
todas las interrogaciones,
todas las estatuas,
todos los misterios;
todas las cumbres heladas
desde donde tus ojos contemplan

la impura plata de una sombra
que muele el viejo semblante,
y que borra de paso lo indecible...

............. (Manuel María, "Molinero de brumas")



En el espejo del recibidor –el que lo tenga- se reflejará, mientras prepara las maletas, una mirada ingenua superviviente de préstamos genéricos a sabiendas de la imposibilidad de manejar el destino. Realmente no sirve de nada encadenarse a los acantilados de la rabia... dejar que el buitre de la desesperanza nos coma el hígado en medio de la perplejidad suscitada por esta sociedad que hemos hecho -o dejado hacer- entre todos. Cualquiera de nosotros sacrificará lo cotidiano con un cuchillo de obsidiana para que de su pecho pueda ya escaparse el sol durante siete días y siete noches.
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Pero también es cierto que dejarse arrastrar -desnudo de ilusiones- por los mugrientos vagones de la semana santa, nos ha terminado convirtiendo en un susurro, un pedacito de viento helado, un castillo de arena que derriban fácilmente las olas del tiempo.
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Sólo así se entiende que estemos tan necesitados de una patada de sueños en el culo. Ojalá.

10 de marzo de 2008

"Se ha escondido
en el bosque de bambú
el viento de invierno"

..................... (Basho)



Al paso de este Sunami, en que el presente lo remueve todo, siento que sólo los recuerdos me protegen como en esos mantones con los que se enrollan las parejas en algunos bailes de mi Amèrica Latina.

Otras veces, en el instante boreal del espectáculo, vibraba como un crío. Ahora, ya ni me río al terminar las sombras chinescas. Hay algo que ya no tiene gracia... que se va apagando como una colilla bajo los cascos de cada galope.

Este finde las palabras nacen húmedas, se quedan en la garganta atenazada. La mirada se inunda de cristalitos brillantes y, desde el secreto interior de mi pasado, el corazón -como un hábil guardagujas- sabe hacer descarrilar los pensamientos, recordándome que es el animal desbocado al que no puedes contestar ya, porque te escribe sin domicilio reconocido en el remite.

Nosotros -como diría Raimon- no somos de ese mundo que, hoy, más aún a la deriva que nunca, parece que disfruta al llevarnos en parigüelas sobre la amargura histórica de haber vivido en balde.

8 de marzo de 2008

…mi cuerpo reflejado
se detiene en los escaparates…
levanta el dedo y con temor repite:
no vas a cambiar nunca,
no vas a cambiar nunca.
.....................(Luis García Montero)

Es la luz del amanecer -que se cuela a través de los visillos esperando a alguien que se parece a mí- la que quiere evocar aquellas llamas doradas de entonces y volver a soñar con las quimeras que nunca se cumplieron.
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Ya no hay planes que valgan para contarle a alguien, lo sé. Me ha costado la noche recordar aquellas frases, cuando la primavera era perpetua y los arroyos brincaban desmontando las nieves. Sólo juego al tran-tran hasta la madrugada. De testigos: los soportales de Santiago, mudos. ¿A quién podría importarle si no a ellos?

Sé que ya no son horas de convocar a los amigos a arrebato. Tampoco de entregar para el olvido más recuerdos de los que con la edad vamos perdiendo.
Así que -con las últimas nieblas del pasado- trencé un esfuerzo ante este ventanal de vidrios emplomados que da a un patio alfombrado de hojas muertas, y dejé pasar la noche como pude... acariciando el musgo descuidado del alféizar.

4 de marzo de 2008

Y me haré ave si tú eres el viento,
o seré proa de barco
si tú eres la danza de las olas.
...................................... (Lluís Llach)
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No sé si navegamos en círculos a lo largo del tiempo. Pero sé que los meses pasan, y que alguien (o nadie) los moldea desde tahonas inaccesibles y esquivas.
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Apenas podemos seguir al remero ni su rítmico golpeo cotidiano. Tan sólo unos minutos –éstos– surgen en medio de la locura espumosa de Caribdis cuando nos topamos con otros -tal vez nosotros mismos- que van pasando por el otro lado del cristal... única razón por la que nunca podamos acercarnos.
..
Nuestras miradas, todo lo más, se cruzan: dulce laberinto de existencia, conciencia y corazón.