9 de marzo de 2013



El áspid que anda sorteando los nombres de mis personajes deja esta piel arada de recuerdos. Releo mucho estos días las entradas del blog para licuar el pasado que me bloquea con sus nudos prohibidos. El segundo crucial de lo aleatorio, cual horizonte, succiona las velas de mi cuerpo impasible ante la mirada de los náufragos elegidos. Los cansancios que llevan tu nombre flotan como fardos sobre la superficie azul oscuro del espejo…  Su temblor en el agua la noche plateada es la huella que dejan los que no saben lo que hacen o sea, todos nosotros. Ni el oxígeno que me dan los besos deseados ya es suficiente para evitar la asfixia. Brindemos, pues, y bailemos la puerta que se abre, esta vez da a la calle.

Codorníu.