yo elegiría esta salud de saber
que estamos muy enfermos,
esta dicha de andar tan infelices.
.
Si me dieran a elegir,
yo elegiría esta inocencia
de no ser inocente,
esta pureza en que ando por impuro.
.
Si me dieran a elegir,
yo elegiría este amor con que odio,
esta esperanza que come
panes desesperados.
Aquí pasa, señores,
que me juego la muerte"
Juan Gelman, El juego en que andamos.
.
Llega la hora del ciclo donde sólo sobreviven las fieras. La música, y acaso sentarse junto a una ventana a ver los barcos venir, no es el bálsamo de Fierabrás. Le llaman crisis a esta caída que imponen nuevamente los mercados; a este eufemismo de ricos. Pienso: «¡Qué tarde se está haciendo para todo!» Para escribir algún poema, por ejemplo, apoyada la servilleta de papel en las sillerías del puerto donde, aprovechando los atardeceres, intento ser el mismo en el cuarenta aniversario del mayo que consiguió regresarnos como hombres. Una callejuela vacía -por la que no preguntes ahora, ya que nadie le puso una placa al entusiasmo aquél- bajará los toldos de sus tiendas si suscitas el tema, y los cortinajes de los escaparates se correrán apresuradamente. Se nos está haciendo tarde para moldear el barro blando de la ilusión; tarde para rescatar la flexibilidad de existir sin pisarse, tarde para saborear el encanto de levantar muy altas las viejas vasijas para siempre.
En medio de esta pena, los mejores tesoros se desentierran por sorpresa. De esa manera, en una crisis similar -ha habido tantas-, apareció en mi vida Codorníu, un día que mi barca volvió sola chapoteando sobre un atardecer plateado y tranquilo. El sesenta y ocho es muy agradecido: nunca te deja a oscuras, siempre te explica. En el horizonte –por aquella época- quedó un trocito de todos, que hoy podría simbolizar el Cervantes Juan Gelman. Me empiné tanto detrás de aquellos mares que acabé haciendo funambulismo por la raya celeste. De ese lugar regresó el libro, tal cual lo dejé, abierto boca abajo sobre uno de los bancos de madera, con sus pastas salpicadas de chorretones por la blancura del salitre reseco. Codorníu lo recogió con delicadeza, y tuvo el detalle de guardarlo pacientemente hasta que pude aparecer de nuevo, eso sí, con los ojos desencolados por el llanto y la amargura de no poder cambiar el mundo.
.En medio de esta pena, los mejores tesoros se desentierran por sorpresa. De esa manera, en una crisis similar -ha habido tantas-, apareció en mi vida Codorníu, un día que mi barca volvió sola chapoteando sobre un atardecer plateado y tranquilo. El sesenta y ocho es muy agradecido: nunca te deja a oscuras, siempre te explica. En el horizonte –por aquella época- quedó un trocito de todos, que hoy podría simbolizar el Cervantes Juan Gelman. Me empiné tanto detrás de aquellos mares que acabé haciendo funambulismo por la raya celeste. De ese lugar regresó el libro, tal cual lo dejé, abierto boca abajo sobre uno de los bancos de madera, con sus pastas salpicadas de chorretones por la blancura del salitre reseco. Codorníu lo recogió con delicadeza, y tuvo el detalle de guardarlo pacientemente hasta que pude aparecer de nuevo, eso sí, con los ojos desencolados por el llanto y la amargura de no poder cambiar el mundo.
A solas, muchos años después, lo abrí con manos temblorosas, con cuidado para no perder un calendario del Dépor (de cuando estaba en Tercera), que hacía de marcapáginas.
.Leí: «Y ahora que nada soy, soy pues el hombre»
.Esas palabras de Sófocles, subrayadas, saltaron del papel impreso y amarillo, y llegaron volando hasta mis ojos. Las susurré en voz baja, recordándolas. Mi corazón temblaba: eran las mismas.
.Afortunadamente, nunca habían dejado de cincelarme.
24 comentarios:
Poetazo, da igual en prosa, es que te leo y te admiro, es que me haces temblar. Es que te imagino Pepe, en ese 68 y el poema de Gelman es sublime.
En fín, que es un placer estar aquí, por eso me quedo siempre rato.
Besos y más besos
Y por todo eso que dices he pensado irme. Pero me jodía no despedirme de ti, recién encontrados que éramos.
Besos.
Muy hermosas tus palabras.
Tienes mucha razón, los mejores tesoros se desentierran por sorpresa Pepe. Yo desenterré tu blog, un dia que no recuerdo, ni tampoco recuerdo como llegué hasta esta playa tuya. Lo cierto es que en esta travesía nuestra, por este mar de personas sin rostro, con el faro encendido de la soledad,orientándonos con sus ráfagas, vamos topando con playas deshabitadas. Y hurgamos en los anocheceres de una pantalla, en sus arenales repletos de piedras y conchas. A veces topamos con tesoros, buscados tanto y tanto por el pirata que todos llevamos dentro. Y así, sin mapa, con unas servilletas de papel en las que se dibujan en cuatro líneas la posición exacta del cofre enterrado, nos hacemos con el tesoro de Sófocles.
Un beso Pepe,
ana
Hola,
Impresionante tu blog.
Se ve que vivimos en tiempos parecidos.
Veo que mencionás a gente del Sur, que también existe, como yo.
Ha sido un placer visitarte.
Gracias. Es importante que compartas un pensamiento así de lúcido y bello.
Me has hecho pensar muy de mañana. Te lo perdono porque con tu letra, me has sentado al lado de un puerto mientras el olor a salitre encendía mis neuronas.
Por cierto, ¿de quién es la pintura? es una preciosidad
Fue ese poema y tus palabras. Me hicieron identificarme con los encuentros y desencuentros con una misma, o con su blog y sus circunstancias...y esas cosas.
Más besetes.
Hay palabras que llegan a nuestros ojos para meterse por dentro y hacer maravillas.
Y hay ojos que van buscando los recovecos donde se esconde la maravilla en estado puro.
A vos te pasan las dos cosas Pepe :) ese es tu tesoro.
He venido a darte un abrazo, sé lo que es sentirse sola en un desierto de gente.
Que tengas un buen domingo.
Besos.
Es que, a pesar de los avatares de la vida, de los fracasos y decepciones, a pesar de la lucha por sortear a tantas fieras que parecen que arrastraran hambre de siglos, a pesar de tantas ilusiones rotas, seguimos y seguiremos siendo siempre los mismos. Los mismos sentimientos, los mismos ojos, el mismo corazón. Solo cambiamos la envoltura, la piel se nos endurece un poco, pero solo un poco.
Salud
DEcirte que ha sido un placer que hayas pasado por mi blog, me resulta a frase hecha y para cumplir.
Realmente, descubrir tu nombre entre los comentarios y venir a conocer quién era Codorniu, ha sido una agradable sorpresa.
Creo que compartimos parte de esa tan cacareada "memoria histórica".
Gracias por darte a conocer.
Un beso.
Qué mejor cincel, que las palabras de los sabios, sobre nuestro corazón.
La acuarela es estrmecedoramente
bella...
Saludos:)
Yo también, "si tuviera que elegir, eligiría esta dicha de andar tan infelices" . Creo que ya sólo un verso como ese vale el Cervantes. Gracias por traer a Gelman aquí y festejarlo.
Respecto a las palabras de Sófocles, ésas que te hacen temblar el corazón y que te cincelan,no voy a decir nada, ellas hablan de vos por sí solas.
Quizás por cosas como ésa me guste tanto pasar por aquí y encontrarte.
Brindo por tu mayo y por cada dìa de espera en el mismo silencio. Que nos hable la poesìa.
Abrazos.
En mi ilusa locura pienso que jamás será tarde para nada... ni siquiera para intentar poquito a poco cambiar el mundo a partir de los pequeños cambios cotidianos de cada uno.
Hace tiempo intento hacerlo cada día... y en ese intento estoy.
Nunca... jamás será tarde para nada.
Creo que antes leí parte de estas palabras tuyas, aunque quizás mis recuerdos me confundan, tantos blogs, tantas entradas... puede que incluso mi prodigiosa memoria me traicione.
Un beso
Codorniu, ¿podrías hacerme un favor? He estado oyendo la canción de Lluis Llac y no recuerdo su título. ¿podrías decírmelo?
Gracias.
Un beso.
Ya lo descubrí. He buscado en tu blog hasta que he encontrado la música. Era "Irene". Gracias de todas formas.Por cierto a Llac le faltaba una h: Llach. :)
En mi vida he cometido muchos errores. El último y más grande es seguramente haber tardado tanto en pasar por aquí. Y eso que la Flaca me lo decía siempre: Pasá por Aguas Abajo, es formidable. Bueno, ahora a asumir los errores y a recorrer estos textos vibrantes. Iré aguas abajo por este blog, buscando el origen, al revés que en los ríos. Y después comentaré, si es que encuentro algunas palabras dignas de estos posteos removedores.
Salud Codorniú.
Hasta luego.
Santi
Seguro andás por ahí recolectando servilletas de papel o fotografiando ventanas :)
Yo vine a dejarte otro abrazo.
"Intenta cambiar el mundo y no se moverá ni un milímetro. Cambia tú y el mundo cambiará contigo".
Lo he dicho otras veces, lo repito ahora. Es honradamente lo que creo: no conozco más estado que la vida, ni conoceré otra cosa que vida. Cualquier proceso ajeno a ella escapa a mi intelecto, que no tal vez a mi intuición, si me uno al cosmos, del que formo parte, del que no me puedo desligar.
Entonces, como ahora, eras un hombre.
Sólo hay para mí una diferencia fundamental: yo no tenía idea de tu existencia.
Me alegro de leerte, Pepe.
Un abrazo.
De las crisis siempre se sale fortalecido. Uno se forja en las inclemencias del tiempo, y sobrevive siendo más y mejor.
Me alegro que también a ti los sunamis te hayan posibilitado escribir como lo haces.
un beso
Pepe,
El sesenta y ocho, influyó en todo, en la práctica y en la estética, pero hoy tengo la impresión del debatir por debatir, cuestionar por cuestionar, libro rojo de Mao, modelo albanés, que no, reaccionario. Lo que menos me creo de todo es que han pasado cuarenta años.¿los angeles tienen sexo?. Muy rico todo.
Un abrazo
Me explayo un poco mas en mi blog.
La vida es la mejor escuela posible. Siempre se aprende o al menos se intenta.
Hermoso poema de Gelman. Gracias por sus palabras y por tus reflexiones. Cuanto expresas me traspasa siempre, como un bolígrafo a una servilleta cansada de su destino.
Besos desde mi orilla.
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