16 de abril de 2008

Este finde abrí unas cuantas servilletas de esas que recojo por los bares y me atreví a leerlas junto a la ventana con la disponibilidad de quien desconfía al aproximarse dubitativo a un soportal sombrío por donde gime el viento. Así conocí a Codorníu, un tipo como yo, que me esperaba con sus agujas de pino esparcidas y sus sesos salpicados en la ropa de tanto tirarse en marcha a diario y reconstruirse cada finde. «Tiene que haber más gente como él ahí afuera», pensé cuando acabé con la última referencia y lo perdí entre la bruma nerviosa de la imaginación abofeteada.

Pero fue inútil, la vida me enseñó que no se puede acceder a casi nadie. Que es muy difícil encontrar ese temblor ante el vacío; que están, estamos, del otro lado del cristal. Si acaso, nos miramos fugazmente y seguimos.
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Sé que si empiezo a deshacer bolitas, me hundo. Veo como somos todos. Como fuimos. Como repetimos las mismas pisadas intercambiando palabras parecidas. Ni siquiera las campanadas de la Berenguela alcanzan a amnistiar, compasivas, horas especiales para cada uno. Sus ecos se pierden por los tejados mohosos tan amados. Da rabia verlas despeñarse. Esa imagen del mundo, con esos puntos suspensivos que cuesta traspasar, se suma a un muro muy alto por no saber apenas. Yo creo que por eso tardo tanto en volver a abrir más servilletas. Hasta que un día junte fuerzas con las tablas de algún nuevo naufragio y me enfrente a la desilusión como un recién nacido.

14 comentarios:

Lena yau dijo...

En tus servilletas hay un libro.

Ábrelas, alísalas, gózalas...

Vuela, ladrón de alientos!

Un beso

FLACA dijo...

Un acto de valentía, no hay dudas, atreverse a abrir las servilletas, recordar tu primer encuentro con Codorníu.Sí, "es muy difícil encontrar ese temblor ante el vacío". Pero habrá que seguir buscando,deshaciendo bolitas sin hundirse,juntando fuerzas para hacerle frente a la desilusión.De eso se trata, Pepe, siempre.

Tus escritos me hacen pensar ,Pepe, leerlos mucho más de una vez,me estrujan el alma y me dejan una especie de dulce melancolía. Es enriquecedor para mí venir a aquí.

ana dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Fernanda Irene dijo...

Creo que si, que hay muchos ahí fuera; pero también, como tú, creo que el acceso es dificilísimo. Somos incapaces de romper el cristal de nuestra burbuja, un cristal tan seguro como aislante. Nos limitamos a repetirnos las mismas palabras y después… ¡nada!

¿Solo nos queda la desilusión?¿No hay ni la más mínima esperanza? :(

Pues entonces…¡anda, pásame el orujo!

Mª Ángeles Cantalapiedra dijo...

... Maufragio y desilusión. Me quedo con estas dos palabras que me vienen como anillo al dedo. No siempre somos lo que esperamos y cuando desdoblamos la servilleta encontramos demasiadas miserias que no debemos ni podemos ignorar. Me encantó

Maria Coca dijo...

Enfrentarse a la desilusión siempre es una batalla. Pero sabes? Del otro lado estamos muchos. Y nos reconocemos con un gesto, con una expresión, una mirada... Sólo hay que buscar entre la maleza insensible, aunque la búsqueda nos lleve toda una vida.

Besos desde mi orilla para tí.

PIZARR dijo...

Parece que más de uno andamos estos días en esa especie de búswqueda en los vacios, de análisis de ausencias.

Me encanta la simbologçia de esa búsqueda y ese descubrir a partir de las servilletas de papel.

Se me ocurría sobre la marcha que podría ser interesante y enriquecedor intercambiar nuestras servilletas de papel. ¿ te imaginas?

Posiblemente la interpretación de lo escrito o divagado por uno, nada tendría que ver con lo adivinado por el otro.

UN BESO, que espero no se pierda por el camino por esos tejados mohosos...

Patricia Angulo dijo...

Te pensaba decir algo mas, pero estoy tan triste que no voy a poder.
Naufragio y desilución son dos palabras que hoy, particularmente hoy me están doliendo demasiado.

Tu texto es perfecto, es grande, como esos que encontrás en las servilletas de papel de los bares.

Besos

mera dijo...

Pepe, tienes que hacerte un tejado nuevo. Campanero es un oficio en extinción. Por eso en vez de tocar, tañen, que debe ser tocar en triste y por eso se despeña el sonido de la Berenguela. Prefiero el silencio de los tejados nuevos. De todas formas yo no puedo hablar, que soy un recién nacido ilusionado que estos días estoy construyendo un tejado.

Patricia Angulo dijo...

Gracias por esa mano con forma de sonrisa Pepe, gracias.

Un abrazo.

Anónimo dijo...

Sabes Pepe, cada vez que voy a un bar y estrujo una servilleta, me acuerdo de ti...
A mi me gusta como eres, así, construyendo, como un recien nacido. Ese hombre de la foto... me lo quedo.
Besitos guapísimo

Margot dijo...

Creo que tras leerlas haces barquitos de papel con las servilletas, los guardas en los armarios, cajones, cacerolas, rincones... y cuando te sientes naúfrago los buscas con tranquilidad por la casa y subido a uno de ellos vas y nos cuentas.

Sentirse naúfrago no es igual a naufragar, verdad?

Te miro fuzgamente, pero con ganas, muchas, y sigo...

Un beso!!

ana dijo...

A lo mejor Pepe necesitas pasar un paño limpio por el cristal y estirar la mano. No puede ser que tanto punto suspensivo nos deje con el suspense de no saber cómo terminar una historia, y qué decir de los altos muros que saltabas a buen seguro cuando querías atravesar campos.
No hay que esperar a naufragar para navegar mares de ilusión y hay que empezar por algo. Astillas de un naufragio, encended pues el fuego de un nuevo San Juan en el que ardan tantas y tantas servilletas.
Un beso Pepe,
ana.

Clarice Baricco dijo...

Me gustaría mucho encontrar en el super, un paquete de servilletas con la marca Codorníu.

Abrazos.