17 de julio de 2009

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Los recuerdos pueden salir a miles en el tiempo que dura medio cigarro. El otro día me ocurrió. Lo dejé sin contar, a propósito, porque no era el momento. Fue en la sala de espera de aquella estación antigua, próxima al polígono, cuando espiaba a Chumpéter mientras él -impaciente- se estiraba, ávido de saber la puerta del vagón por donde aparecería ella.
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La vía estaba vacía, podría jurarlo. Sin embargo pude oír el respingo del vapor de un tren, incluso los chirridos de las ruedas, el pitido del tipo de la banderita roja... Se trataba del correo que iba parando en cientos de estaciones por toda la meseta amarillenta. Era sábado. No el mismo cada año, pero sábado siempre.
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Mi padre, aunque ya se había convertido en un punto inapreciable, seguía en mi corazón con la mano levantada en medio del andén de la estación del Norte. Tardábamos casi un día entero en llegar a Lugo, por supuesto hacinados como los animales de las granjas actuales. Mi madre se volvía al día siguiente en el mismo tren, que daba la vuelta en Coruña: otro viaje de pie, sin apenas dormir (los asientos de madera, un lujo inaccesible); y se iba al trabajo directamente, porque ya era lunes.
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Seis o siete años tendría yo. Quizá menos.
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Codorniu.
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14 comentarios:

TORO SALVAJE dijo...

Las despedidas en las estaciones...
Creo que ya nadie se despide.
No sé porqué.
Quizás es que ya no importa lo que ocurra.

Saludos.

Mª Ángeles Cantalapiedra dijo...

...Ahora tndría que decirte yo "que me sacudes las flores del crezo"... Tal vez porque me pase desde hace 24 años montada media vida en un tren, me pierden las historias de trenes, estaciones, recuerdos que emergen en algún capitulo del libro de mi memoria que... me has puesto tierna; preciosa entrada.
Besos con sabor a manzanilla fresquita; te lo has ganado

Mª Ángeles Cantalapiedra dijo...

... y sempre te digo lo mismo que mal me cae Sabina y que voz tiee el capullo, qué gran poeta ¿con quién canta?

FLACA dijo...

Los de antes eran tiempos duros,lo sé. Me fascinan los trenes y las vías.
Cuando era niña, todos los domingos íbamos con mi padre a visitar a mi abuelo que vivía en frente a la estación de La Paz.

Era una fiesta cada vez que sentíamos el pitido del tren y salíamos a la calle con mi hermano a verlo llegar.

Anónimo dijo...

MANGELES:
Si entras, fíjate en el reloj que marca la hora de tu comentario. Creo que alguien está desajustado en el tiempo: o eres tú o soy yo.
Jeje...

Lena yau dijo...

Esta capacidad tuya de pintar escenas de cine.

Desde lo íntimo y desde afuera.

Las dos miradas en simultáneo.

¿Será el sombrero?

¿Será la sonrisa?

¿Serán las manos?

¿Qué será?

Te leo y pienso..."yo no sé escribir así...com quiero decir que alguien se convirtió en un puntito"...

Me gusta tanto esto...

Un beso, Ladrón de Alientos...

Isabel dijo...

Eran tiempos muy duros, pero tu lo escribes tan bonito, que me haces recordar aquellos trenes incómodos con cariño. Un beso, y gracias por tú comentario de ánimo, así da gusto tener una tarde tonta.

Anónimo dijo...

Qué tiempos más duros Pepe, parece que sean escenas de hace mil años y total no ha pasado tanto, y es que por suerte este país sufrió una gran evolución, para nuestra suerte, que no nos lo fastidien, hay que pedir.
Me imagino a tu madre... otra madre coraje, como tantas.
Mucha suerte Pepe para tu hijo Pepe, todo va a ir bien, ya verás amigo, tienes mi apoyo y mi cariño, para ambos, abrazo grande.
E.

mangeles dijo...

yooo...Pepe.. ahora mismo mi ordenador marca las 20,46 ...pero veamos que hora sale en el comentario..

Besos

mangeles dijo...

ahhh...pues yo noooo ehhh...jejje...mira 20,47

mangeles dijo...

Yo recuerdo minimamene los de madera...los ví...pero no recuerdo grandes viajes en ellos...pero sí...el viaje a Málaga en los veranos...eterno...toda la noche...en aquél plástico, sin aire acondicionado...y ahora que te he leído he recordado el hombre del pito....y las tortas que comprábamos en la estación de Alcazar de San Juan...y los helados de chocolate en la de Córdoba...jejje... Más besitos

mera dijo...

En los trenes de madera comían pipas Facundo, las escupían y te despertabas lleno de pipas (ventanilla abierta). Luego la señora te ofrecía un trozo de tortilla y un trago de vino de la bota. Odié para siempre las pipas, pero me gusta el vino, la tortilla, la Estación del Norte y el viaje en metro a Atocha. Me gusta Madrid.

PIZARR dijo...

!Me encantan los trenes, cuanto más antiguos y menos veloces mejor!

Recorrí Ucrania (creo que ya lo dije) sola, en 1995, de Norte a Sur en tren. Eso si que era digno de ver... y de vivir...

Bonita foto

Un abrazo

Patricia Angulo dijo...

"Los recuerdos pueden salir a miles en el tiempo que dura medio cigarro"

Yo no fumo, pero no hace falta para saber que esto es absolutamente cierto, ahora qué magia tiene tu mano para atrapar ese recuerdo y hacer que a los ojos de uno resulte absolutamente mágico.

Otra perla mas, y van...

Besos.