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(Antonio Colinas, Regreso a Petavonium)
Al cabo del día piso una y otra vez por esa tablilla del parquet que baila. Tan sólo es un «clinc» seco, como el que haría la campana de madera de un dojo. Algo que ha llegado inesperadamente a mi vida y que no le pido más de lo que puede darme: un sonido poco afortunado para ser un ancla; aunque perfecto para retener en el presente una mente con la que juegan los vientos del pasado.
Claro que podría no pisar, aprender a prever la zancada según me acerco, dar un saltito, evitar el «clinc»... incluso, a las malas, intentar arreglar ese ruido molesto como hice con la secadora.
Al cabo del día piso una y otra vez por esa tablilla del parquet que baila. Tan sólo es un «clinc» seco, como el que haría la campana de madera de un dojo. Algo que ha llegado inesperadamente a mi vida y que no le pido más de lo que puede darme: un sonido poco afortunado para ser un ancla; aunque perfecto para retener en el presente una mente con la que juegan los vientos del pasado.
Claro que podría no pisar, aprender a prever la zancada según me acerco, dar un saltito, evitar el «clinc»... incluso, a las malas, intentar arreglar ese ruido molesto como hice con la secadora.
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Un día, tarde o temprano, dejará de sorprenderme. Cuando eso pase regresará el silencio interrumpido por el golpe del toldo contra la barandilla de la terraza. No siempre es así, desde luego. El viento, por naturaleza, va a su aire en un caballo blanco, impredecible, aleatorio, circunstancial. Por eso me pregunto mirando mi tablilla: ¿Qué prisa hay, pues?
16 comentarios:
Ya depende de ti.
Casi siempre.
Abrazo en la barandilla.
Pepe,ç
benditas tablillas sueltas que rompen el silencio,
benditos toldos que beben los vientos por marcharse,
pero están atados siempre de pies y manos a traviesas barandillas que los sujetan y los convierten en velas de balandro
atracados siempre al puerto,
a un puerto seguro.
"Libre te quiero, como arroyo que brinca de peña en peña, pero no mía",
le contará la barandilla al toldo, pero no lo suelta.
Que la tablilla siga cantando de noche sus milongas,
que decidas no calcular la pisada para seguir jugando a equivocarte.
Que sigamos bebiéndonos tus palabras a sorbos pacientes mientras Dylan nos cuenta sus secretos y debilidades.
Un beso,
cuando contestarás comentarios? porque los lees, no?
jajaja.
un beso más si puedo.
ana.
Esos detalles que nos hacen saber dónde estamos,que nos traen pedazos de nuestra historia y nos hacen sentir menos solos. Cuando en esta casa vieja donde vivo los arreglo, mis ojos y mis oídos se quedan esperando encontrarlos.
Me encantó tu música también.Un abrazo.
Y a mí que la tablilla suelta y el golpe del toldo en la baranda me gustan...
Son impertinencias domésticas que sirven de mapa...
Pepe y las atmósferas...
Un beso!
Y a mi quien no deja de sorprenderme eres tú, que de una tablilla de parquet, haces arte, lo impregnas de sentido y belleza, y lo lanzas al corazón de quien te lee, yo en este caso.
Besos
la tablilla que camina a nuestro lado, y el toldo que nos palmea la espalda...
es el sonido de los amigos y la companía, no?
Son ruidos caseros, familiares, íntimos, que nos señalan los puntos cardinales de nuestro hogar; tan cotidianos que los extrañaríamos si desaparecieran. Deja esa tablilla suelta, otro día te hará escribir de nuevo una reflexión, probablemente, tan bonita como esta.
Abrazos, Codorníu (disculpa mi tozuda tilde)
Si esa tablita, con su ruido que termina volviéndose familiar te lleva a escribir esto "El viento, por naturaleza, va a su aire en un caballo blanco, impredecible, aleatorio, circunstancial", bueno yo soy capáz de levantar el piso de parquet de mi casa a ver si la inspiración regresa...
(y eso que termino en estos días de pulir el piso y plastificarlo, incluída la maderita que se salía ;)
Un abrazo.
Pepe, hoy pasé de nuevo por aquí. Sigo encontrando todo lo que me gusta y también lo que me trae gratos recuerdos. Gracias.
Ninguna, no hay ninguna prisa...
Por eso vuelvo a pasar otra vez sobre la tablilla y te leo de nuevo.
Un saludo!
Pepe, volví. Se me quedó algo, de pronto, en la retina. Miro y remiro: ¡que me aspen si ese que está a la izquierda es Gabriel García Márquez!
No hay prisa para nada y para todo. La vida se estanca si no se vive. El viento cuando amaina, muere lentamente.
Besos desde mi orilla.
Esa tablilla nos ubica en el lugar preciso, con el sonido preciso, con el sentimiento de saber dónde estamos, y dónde no queremos estar.
Esos "clinc", se vuelven tan familiares, que si los silenciáramos, podríamos sentirnos perdidos...
Saludos!
...ninguna prisa. Te sigo de cerca. Casi como tu clinc de tablilla amiga.
Beso.
Tropiezas una y otra vez en la tablilla. Podrías evitarlo, pero no lo haces. No quieres.No puedes. Es terrenal la controlas tu. El golpe del toldo en la barandilla es externo a ti. No puedes decidir interrumpir el silencio.
Bendita tablilla de parquet...
¿o no?
Un saludo
un placer descubrirte.
Siempre reflxivo, nunca indeferente
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