27 de marzo de 2008


Desde que abrió la mano
y soltó
aquel puñado de años,
su madurez
-antes de cumplir más trienios-
se escapó
apresuradamente
como una bandada de palomas
liberadas.

De las mesas de mármol
recogió las servilletas de papel
retorcidas,
y de los reflejos en la pared
del vaso, la mirada
de alguna camarera.

Del puzzle de su vida
desencoló la parte
donde estaba su rostro,
y extendiendo la mano
para contar a dedo
luces de barcos en la noche rasa,
se despidió del presente

eterno.

Tan sólo
el batir de los huevos
le contestó
de cocina a cocina
-por los patios-
aprovechando
la luz de las ventanas,
y fue rompiendo
el silencioso gemido
suscitado
por aquel pozo hondo
e inútilmente
inevitable
de quién sabe qué cosas
del pasado.


Codorníu.

14 comentarios:

ana dijo...

No sabía que escribias poemas, a pesar de que todos tus textos son realmente poesía en prosa - aunque nada prosaicos-.

Todas las piezas de nuestro puzzle personal cuentan historias. La de nuestro rostro puede contar mucho...los dedos tambien cuentan sus hazañas y sus azarosas caricias al aire en tiempos de soledad.

Los sonidos por los patios, buscan butacas en las que sentarse y conversar.
Pero el pasado nunca se cuenta como realmente fue, se limpia y perfuma, se le ponen ropas de domingo y se le saca a pasear.

Así, de preparadito, como un pincel, el pasado pinta telas de colores que nunca se parecen al pasado, si no al poso de nuestro particular plato, aderezado y especiado en nuestra cocina, tras horas de silencios y soledad.

Un beso y una sonrisa para ti, Pepe, que siempre sabes llegarme al corazón con tus palabras,
ana.

carlota dijo...

A mí también me ha gustado que te arranques con este poema.
Me ha gustado la originalidad de la última estrofa, cuando la respuesta es el sonido cotidiano de un batir de huevos de patio de luces. Me parece entrañable.
Un abrazo y a seguir.

PIZARR dijo...

Pepe, me ha gustado ese poema, en el que de nuevo indroduces las servilletas de paapel, que al parecer tanto han tenido que ver en tu vida y en tus escritos.

Y esa mezcla de cotidianeidad y trascendencia me ha encantado.

Acabo de leer tu anterior entrada y el clinc de tu tarima, me ha recordado a la mía. Hace meses decidió también tocarme esa música cada día, precisamente en el momento en el que entro en la habitación del ordenador. Es como un aviso a éste de que ya llego. Yo tampoco lo he arreglado...

UN BESO DESDE MI BILBO SOÑADOR

FLACA dijo...

Después de tu poema y la fotografía y del comentario del Ana, cualquier cosa que se me ocurra decirte,Pepe, me parece hueca y tonta.Siempre tus palabras se roban mi alma.

Lena yau dijo...

¿Por qué algo como el sonido del batir huevos nos lleva al abismo propio?

Qué acertado, qué real, qué lúcido...
Qué poema tan guapo, Pepe....

un beso

Margot dijo...

Como un poeta pobre al que sólo le queden palabras... describir esa habitación en versos?

A mi entender que lo conseguiste.

Un beso, Codorniú!

hera dijo...

Acabo de descubrirte a través de tu comment en Pizarr...y me afrada lo que encontré....bello poema....
un saludo
hera2004.wordpress.com

Anónimo dijo...

Da igual prosa o poesía Pepe, lo bordas todo y a mí... me emocionan tus letras, te admiro mucho.
Abrazos

Mª Jesús Lamora dijo...

A mí también me emocionan tus textos.
Eres único.

Ispilatze dijo...

Mira que es bellísima y evocadora esta prosopoesía, Codorníu. Pues con todo... de pronto tuve que detenerme a escuchar.
... ese batir de huevos, el eco de los tenedores por el patio, el olor a noche templada y las agüelas preparándonos una tortilla...
Días de infancia. Eso me han traído tus versos.
Es un placer, siempre, leerte. ¡Cuánta vida interior!
Felicidades.

Fernanda Irene dijo...

El sonido del batir de huevos por los patios... que sonido tan familiar. De pequeña, en verano, sobre las 9 de la noche, cuando subíamos de jugar en la plazoleta, escuchaba por las ventanas abiertas que daban al patio, ese batir de huevos en las cocinas de las casas vecinas, donde mis amigos, de los que me acababa de despedir, estarían esperando, exactamente igual que yo, sentarse a la mesa para cenar.

Ahora si, ese si es Gabo. Imposible confundir sus maravillosos ojos negros.

Besos

Patricia Angulo dijo...

(he leído muchas veces este poema y cada vez me gusta más)

Tantas veces me quedo colgada en un sonido auténticamente familiar, en este caso el batido de los huevos, el sonido del batidor chocando las paredes del cuenco de loza. El sonido de que alguien está picando cebollas y luego el perfume del sofrito...

Esos detalles sencillos que tienen la capacidad de remontarnos del tiempo y del espacio y dejarnos suspendidos sin paracaídas en algún rincón del pasado.

Pepe, gracias por los versos con forma de abrazo tibio que dejaste en mi blog y por tu presencia allí, haciendo que asome esta naríz cansada :)

Besos

Murgan dijo...

De cuántos abismos nos salva una ventana... Agujeros a la vida, a una luz cotidiana hecha de levedad y pasos imprevistos.

Con buena letra y pasiones bebidas hasta la bandera es que te leo hoy, Pepe. Somos ésto y aquello. Lo vivido, lo que el espejo regala cada día. Todo...

Abrazo fuerte.

Clarice Baricco dijo...

Me agradó leerte como poeta. Llevas las letras en la sangre.

Abrazos.