Mirando hacia la calle por donde transitan los faros de los coches que comienzan a salir al anochecer, espero sentado en una mesa junto a una de las ventanas de esta taberna de mi barrio. En la pared del vaso se reflejan las formas de un rostro -el mío- donde el tiempo ha dejado las huellas de todas sus ilusiones y todos sus reveses a partes iguales.
.
También puedo ver el destello de otra mirada -la tuya- que ha cerrado un paraguas antes de empujar la puerta biselada. Los pensamientos entre nosotros se reconocen sin más vestido que el silencio; son encuentros que nunca fueron de griterío, que pisan alfombras de gestos y caricias; que viven de sonrisas, soledades, recuerdos...
Una vez que nos hemos descubierto mutuamente, tratamos de recordar por dónde nos habíamos quedado en nuestro último encuentro soñado. En aquel entonces quizá hablaríamos de hombros que nunca dejarían de estar, de manos que nunca se cansarían de volar juntas, de pasajeros con los que contar para todo el trayecto.
Al otro lado de la barra, el vapor pega un respingo y sale rebotado hacia el aire atrapando mi atención por un instante: el reflejo sigue bailando en la pared del vaso como una serpiente sin cabeza. Cuando tú al fin te desvaneces, sonrío para mí. Aquí, junto al cristal de la ventana, el tiempo existe lenta, verdaderamente.
Una vez que nos hemos descubierto mutuamente, tratamos de recordar por dónde nos habíamos quedado en nuestro último encuentro soñado. En aquel entonces quizá hablaríamos de hombros que nunca dejarían de estar, de manos que nunca se cansarían de volar juntas, de pasajeros con los que contar para todo el trayecto.
Al otro lado de la barra, el vapor pega un respingo y sale rebotado hacia el aire atrapando mi atención por un instante: el reflejo sigue bailando en la pared del vaso como una serpiente sin cabeza. Cuando tú al fin te desvaneces, sonrío para mí. Aquí, junto al cristal de la ventana, el tiempo existe lenta, verdaderamente.
19 comentarios:
Me ha parecido un precioso relato urbano, Pepe. Cargado de sugerentes silencios, de maneras entendidas, de solapadas complicidades. Se te ve escribiéndolo, no sé si en una servilleta de papel; pero se te adivina un tanto, lo justo... Y me gusta.
Un abrazo. Estoy encantado de ser el primero que ha pisado esta alfombra roja que me condujo a leerte.
Pues yo estoy encantada de ser la segunda, pisándole los talones a Dédalus.
Lo que ocurre es que tras su comentario, no se que decirte, porque mientras te leía, pensaba más o menos lo que él, con tanta certeza ha escrito.
Bonito baile de recuerdos, sentimientos, sonrisas y soledades, el que se produce entre el vidrio de una ventana y el cristal de un vaso.
Un beso
qué buenas las imagenes en las superficies...en el vaso, en el vidrio...
el paraguas...
qué texto tan rico, tan interesante...
cariños
Los recuerdos o las situaciones, te hacen volver a vivirlo, volver a sentir... Precioso, precioso.
Un beso y la música...
Gracias por dejarme verte sentado en ese bar mientras bebes de sus pensamientos y recuerdos. Un relato cargado de sensaciones y de nostalgia. Me encantó.
La has dibujado en la servilleta de papel, eso es lo mas verdadero de este relato, esa imagen desvanecida y tu silencio frente a la ventana.
Me encantan las ventanas y los cafés perdidos de las ciudades, yo tambien me veo tentada por las servilletas en ocasiones.
Besos
Hermoso.
Qué será cuando lo escribas en una servilleta de tela?
Quiero más servilletas.
Abrazos.
A veces el trayecto, se hace sólo. Entonces por el cristal de la ventanilla, vahoso y chorreante, apenas se ve nada,
nuestros pensamientos recorren estaciones perdidas que quedaron atrás, los pasajeros del pasado, compañeros de vuelos y proyectos que nunca fueron.
No nos volvimos a ver, faltaba ilusión, tiempo, qué sé yo!
El tren va llegando, aminora su marcha, las luces de una nueva estación nos despiertan del encierro voluntario y un suspiro repentino de vapor nos ahuyenta los pensamientos.
Sonrío,
bajemos.
Esto es lo que me sugiere tu texto, que me ha parecido evocador y nostálgico, como un viaje en tren.
Un abrazo,
ana.
Con tu permiso, te añado a mis enlaces, si no te parece mal. Me dices algo, vale?
ana.
Me encanta pasear por los sueños de los desconocidos.
Siempre me ha parecido fascinante pararme a mirar, a pensar, a imaginar, qué pasará por la mente de las personas que coinciden en un bar, en un café.
Tus relatos son mágicos, enganchan, hacer soñar.
Una petición: necesitaría tu e-mail para hablarte de una idea bloggera que me ronda por la cabeza. El mío es:
alcestismm@hotmail.com
Un beso y gracias
DÉDALUS:
Las servilletas de papel son lo mío. Y las mesas de mármol de la antiguas cafeterías de los sesenta. Y lo que nos dieron aquellos años tan preciosos.
PIZARR:
Tú lo has dicho: bonito baile de recuerdos. Yo vivo ahí, de un lado a otro, rebotando en los reflejos... a veces, un personaje ficticio.
MIL ORILLAS:
Exactamente, imágenes. Mágicas evocaciones de palabras... sueños tras la cortina de terciopelo que nos protege del aire frío de la puerta.
CALMA:
Volver a vivirlo... ¿Es eso posible? Pues sí, lo es. Yo creo en eso. Todo volviendo, como el tiempo de los filósofos estoicos.
En la siguiente ronde, me toca?
un abrazo,
ana.
MARIA COCA:
Gracias a ti. La nostalgia sostiene muchas vidas, que de otra manera no tendrían nada que llevarse a la boca entre dos luces.
PATO:
Mi silencio frente a la ventana, esperando. Quizás la ventana frente al silencio, yo de testigo.
O tal vez, sólo el silencio consciente de sí mismo.
CLARICE BARICCO:
Las servilletas de tela albergan hermosos sueños bordados también.
Escribir con aguja e hilos de colores, expresar... esa vibración que nos mueve a todos a la vida.
ANA:
Baja pues al anden. Tú pones el tren y sus ventanillas entrañables. Yo espero en la estación, tras la ventana de un café de los años cincuenta.
Gracias por valorarme. Yo también te añado encantado.
Un beso.
CARLOTA:
Los sueños ajenos hacen soñar. A mí me pasa con otros blogs en los que entro. Que el sueño sea nuestra sustancia básica, la realidad que nos crea y nos da forma, no es una especulación más: es, probablemente, el corazón de la diana.
Te escribo al correo de hotmail.
Que buena descripción haces de una ensoñación, lo haces muy bien a través de los reflejos en el cristal de vaso y de ese instante en que se cierra un paraguas surgiendo la imagen de ella. Y cómo en un segundo, un ruido, algo, distrae tu atención y todo se desvanece, y vuelves de nuevo al reflejo en el cristal, pero ahora es el de la ventana de la taberna y es el reflejo de la realidad.
Ún beso
Irene
No podía dejar de ofrecerte este detalle desde mi blog. Me encantará que lo aceptes y hagas con él lo que mejor te plazca, Pepe. Puedes "retirarlo" en esta entrada... y espero que entiendas que es fruto del cariño y la admiración. :)
Me parece muy bien que quieras volver a entrar en mi blog y me alegro tambien de que mi ""rinconcito "" te guste .Pasa cuantas veces quieras que yo haré lo mismo con el tuyo .Besines dulces de fin de semana .
Se ha borrado todo cuanto había escrito.
Resumiendo: Gracias por tu relato.
...pasajeros con los que contar durante todo el trayecto.
En este instante de vida dudo que existan esos seres casi alados que acompañen sin juzgar, sin elaborar respuestas a preguntas aún por formular, que sólo estén sin molestar. Y permitan tu presencia constante sin absolutismos ni obsesiones. Pero sí, sería tan hermoso...
Debería haber guardado todas mis servilletas pintadas de momentos. Hoy tus palabras me las recuerdan con cierta melancolía. Las solitarias y las otras. Las de dos.
Bien trabadas tus letras, amigo. Gracias...
AHHHHHHHHHHHHHHH!!!!!!!!!!!! PRECIOSOOOOOOO,sí.
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