"Y tú, alma grande, ¿esperas un sueño que no tenga el color de la mentira?"
-----------------(Paul Valéry)
.
He llegado a un lugar que nadie sabe como se llama porque nadie conoce. Me guardo el nombre que le he puesto yo, aquí, en este bolsillo... como cuando escondemos con cuidado el papelito del amigo invisible para que nadie lo vea.
.
El viaje ha sido muy rápido y cómodo. En este lugar apartado, no hace ni frío ni calor, y la comida es estupenda. No hay tiendas para turistas (aviso: no podré comprar nada), porque no hay turistas, sino playas vacías, montañas sin coronar, un cielo enorme con estrellas, auroras boreales, cometas de medianoche, atardeceres verdes con reflejos violáceos, amaneceres rojos, ocres, azules, morados... ¿sigo?
.
No sigo: son paisajes tan inimaginables que no sirven para postales. Hoy, sin ir más lejos, he descubierto unos amaneceres encantadores que se desperezan con el primer sol tocando canciones a ritmo de jazz. Y tormentas con sabores: ayer llovió a mojito, hoy a sandía... Lindo, ¿no?
.
También hay personajes extraños y maravillosos que no saben nada de lo cotidiano; pero que nadie se mete con ellos, ni les presionan con lo que "hay que hacer", ni nada de eso. Y hasta hay un puerto pequeñito, al abrigo del acantilado, lleno de esquinas y rincones emocionantes; y calles de empedrado tortuoso, con ventanas que esconden todo un mundo detrás; y gente buena. Ah, y también historias preciosas colgadas de los árboles, como banderitas tibetanas de oraciones al viento.
..
La llave de mi hotel, que no es un hotel propiamente dicho, tiene la forma de una tortuga, y cuando voy a la playa se mueve sigilosa hacia las olas haciendo campanear el caparazón como si fuese una mano nerviosa. Ayer, sin embargo, era un caracol que dejaba un rastro de babas de colores que quedan muy bonitas por la noche. Hoy he pedido una llave tucán. Pero, salió volando. A ver mañana...