11 de enero de 2008

Con los zapatos en la mano...

Un hombre de mi barrio, que estos días pasados supo zafarse del abrazo asfixiante de “los mercados”, contempla el mundo desde sus ojos cansados por el esfuerzo, viendo como se borra su historia, su cara y su identidad: la cosa que menos le importa. ‘A la postre, todos somos olvido’, piensa; aunque sabe que olvidamos más a aquellos que desconocemos, y más aún, a aquellos que ni se molestan en fingir reconocernos como seres humanos.
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Y es que nadie le ve y nadie quiere verle. Sin embargo, se sabe que en este océano de palabras y risas, un gentío sin alma le intentó levantar en volandas hasta la puerta de unos grandes almacenes donde, casi asfixiado, consiguió escabullirse hacia una calle tan anónima o más que él, para jugar aliviado a perseguir el eco de otras pisadas sin rumbo, mientras los semáforos iban cambiando de color en medio de la soledad estrellada.
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Cuando me lo crucé, se iba riendo con los zapatos en la mano y ese tipo de luz en la cara que sólo es posible si la llevas dentro sin que tenga que ser Navidad. Y me puse tan contento, que si yo tuviera cola, como los perros, la hubiera movido a su paso.

4 comentarios:

Fernanda Irene dijo...

¡Buenos días! No me preguntes por qué, pero he leído dos veces tu entrada y no puedo dejar de tararear una canción maravillosa. Es un tango, se llama "Balada para un loco", de Astor Piazzolla y Horacio Ferrer. Seguro que la conoces, pero si quieres recordarla, te dejo un enlace:

http://www.todotango.com/spanish/biblioteca/letras/letra.asp?idletra=311#

Abrazo

Irene

Patricia Angulo dijo...

¿Te reconociste en él?

No era tan invisible entonces, tus ojos lo vieron, es mas vieron su luz.

Yo creo en las miradas, siempre hay una que descubre un poco mas que el resto, siempre hay una mirada que tiene mas alcance y es con esas miradas que da gusto cruzarse.

Me ha encantado tu texto.

Besos

Ispilatze dijo...

Lo grande -o así lo siento- es que gracias a tus palabras hayamos reconocido esa luz. Ahora la vemos, a través de ti. ¿Será tuya? Sí: debe de ser tuya. Era tu luz la que reflejaban tan bien (y también) los ojos de aquel hombre "invisible".

Clarice Baricco dijo...

Apuesto que llevaba más...

Bien por tus letras. Me gustan.

Saludos.