26 de septiembre de 2009

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Primero los jóvenes trepan, como las viñas, por los melancólicos soportes de sus mayores, que se complacen en sentir sus dedos suaves y tiernos.
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Luego los viejos se apoyan en los hermosos cuerpos de los jóvenes para
descender a sus propias muertes"

Lawrence Durrell, Balthazar.

Amaneceres suaves de otoño junto a los arcenes de la carretera. Silencios y cafés de gasolinera abierta, partidas de ajedrez, de cartas; rostros desconocidos. Palabras sueltas como restos impares de una zapatería de barrio. Monosílabos.

El tiempo simplemente transcurre.

Al regresar a casa me olvido del nombre y el lugar. Me confundo de calle varias veces. Todo a propósito para escapar del joven que trepa por la pared de un pozo. Cada mañana, afeitándome frente al espejo, siento como cae de nuevo abajo, al fondo negro e invisible de los viejos anhelos.

No sé por cuanto tiempo.

Codorníu.

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16 comentarios:

TORO SALVAJE dijo...

Mejo no pensarlo.
No hay salida mágica.
Es terrible.

Saludos.

Patricia Angulo dijo...

Es la vida y será así mientras ese joven que te persigue por dentro tenga ganas de alcanzarte.
Un secreto entre nosotros, que nadie escucha, el día que esté cansado (el joven) dale una tregua, vas a ver que al día siguiente vuelve como nuevo a trepar por tus paredes internas.

Un abrazo Pepe.

Isabel dijo...

Y el tiempo transcurre y no para, somos nosotros los que un dia paramos. Buenísimo el texto. Un beso

Mª Ángeles Cantalapiedra dijo...

Jajajaja, me da la risa... ambos podíamos hacer unos cuantos pareados de sombras ilustres lamiéndose los tiempos muertos, heridas, o buscando huellas, porqués, quién sabe.
¡Arsa mi arma! viva la alegría, un cuadro de cante jondo, ea...
Siempre que voy a cumplir años me entra una diarrea mental que digiero fatal la edad que se me acumula. En fin, que me he identificado con tu monólogo

FLACA dijo...

Respecto a la cita de Durrell, así la vida; tal cual.

Respecto a lo que escribiste, Pepe, no sé qué decir. Jamás había podido definir con palabras tan exactas lo que me ocurre y
siento cada mañana cuando me miro al espejo.

Es más, me asomo al espejo cada vez y busco a la otra. Hay días que no me conformo con ésta. Si escribiera tan bonito como algunos de ustedes, compañeros, haría un libro con ese "mezclarlo todo" y ese sentimiento que me ha causado traspasar el umbral de los 50.
Un abrazo.

mjromero dijo...

Nadie sabe nada, sobre todo si andamos perdidos por las calles, si vas en el coche la duda en las plazoletas, y si caminas, en los cruces...,
según qué ciudades,
si vas a Gijón te pierdes siempre, es una ciudad con muchas ciudades dentro, es una ciudad diseñada o no diseñada por urbanistas,
si vas a Oviedo nunca te pierdes, es eso que dicen que todos los caminos llevan a Roma, en Oviedo todos los caminos llevan a dos o tres sitios,
mi ciudad es pequeña, nunca te pierdes, siempre estás en el mismo sitio, excepto en las plazoletas y los cruces...
creo que ya me he pasado de cruce.
Un beso.

mangeles dijo...

Más del que esperas.

Menos del que desearías.


Un beso, amigo.

Gregorio Omar Vainberg dijo...

Por eso es que no me afeito Pepe, ademas de no tener espejo en el baño, lo que impide el verme dia a dia, a veces, cuando me cruzo con uno,(espejo digo) me sorprendo.

Un abrazo

Pilar Álamo dijo...

Gracias , amigo, te echaba de menos.

Anónimo dijo...

Por todos los dioses, qué triste es esta entrada. Ahora a pelear con la melancolía.

*[..Clara..]* dijo...

No se que decirte..el tiempo pasa para todos, no hace amigos ni perdona..Preciosa entrada.

Te sigo. Un abrazo.

*[..Clara..]* dijo...

No se que decirte..el tiempo pasa para todos, no hace amigos ni perdona..Preciosa entrada.

Te sigo. Un abrazo.

Anónimo dijo...

He estado mucho tiempo alejada de los blogs. Hoy he vuelto, no sé si de verdad, no sé si para quedarme. Todo este tiempo, leyendo sin dejar comentario, ha sido como una concesión a una extraña clandestinidad. Dejarte hoy unas palabras, es de algún modo reconocer la complicidad.
Besos.

mangeles dijo...

La silla verde, de las tabernas del año de hambre, pase...

La silla rosa de director "fortuna", pase...

Pero juer...el sofá verde militroncho...es una reliquia colega...

BEsos

Anónimo dijo...

Te vas haciendo mayor y te das cuenta de que las cosas no ocurren nunca como uno desearía, ni que van a ser como en las películas (y no me refiero que los coches al chocar salten y exploten en mil pedazos).
Pero bueno... también tiene su cosilla, cada época la tiene. Formidable texto Pepe, como siempre.
Abrazo grande grande

Maria Coca dijo...

Ese joven sigues siendo tú, Pepe. Con tus alegrías y tristezas. El tiempo nunca te robará nada de eso.

Me ha parecido muy bueno cómo has descrito lo que sientes por medio de ese juego del joven trepador. Brillante.

Besoss