1 de octubre de 2009

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Estoy en una mesa, en un rincón donde sólo mis ojos murmuran frente a un espejo que vuelve profundo lo cercano. Me froto las manos como si las tuviera heladas. Sé que no es el frío del local, sino la ausencia de proyectos.

(El mar, distante como un eco ondulado me dice: Alcánzame mi copa, ¿quieres?)

Para sumirme en el olvido he abandonado las gafas en casa. A veces, no es suficiente para despistar a los recuerdos. Por eso me echo un colirio que agranda mi pupila y entro en tabernas desconocidas donde todo es ajeno. Se trata de una versión adaptada de aquello de vendarse los ojos y jugar a dar vueltas a la gallina ciega.

Es inútil, no obstante. Harto de las mareas previsibles, vuelvo la cabeza hacia el lado contrario: tintineo de estribos que el viento arranca a un galopar sobre las dunas de Corrubedo. Las manos tapando los oídos, aún me llega -desde mi infancia remota- el olor de un candil de parafina. Y con el olor, esa expresión perpleja que me venía en los genes.

Las metamorfosis siempre son lentas.

Codorníu.
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17 comentarios:

made dijo...

Tienes razón ,las metamorfosis son lentas ,muy lentas.
La mayoría de las veces es lo ajeno lo que nos libra de lo cotidiano,lo que nos estimula en la larga lucha por estar vivo.
¿Te parece poco proyecto el enfrentarse a las "sorpresas" que nos depara el día?

FLACA dijo...

Es precioso este texto tuyo de hoy. Cuando una lo lee las palabras se quedan como resonando en lo profundo.
Un amigo poeta que tiene como uno de sus trabajos hacer los discursos en las presentaciones de libros, llamaría a estos textos
"serie de prosa especular".Están diciendo mucho los espejos.

Hablando en serio, definitivamente a Codorníu el otoño le sienta tristísimo, fatal. Ni siquiera puedo decirle que le mando un poco de esta primavera, porque aquí está muy gris, llueve y hace frío.
Un abrazo.

mjromero dijo...

La vida es una continua metamorfosis, pero no solemos pensarlo,
yo suelo ponerme las gafas para no ser vista y para no ver.
Hoy la ría de mi ciudad estaba asquerosa de contaminación, y yo iba con los ojos al aire, hubiera preferido no verlo, con olerlo me hubiera bastado, menos mal que vi un pato salvaje, pero desapareció bajo el mar.
¿Y por qué ir al pasado si duele? Dolor y melancolía, es mejor no volver.
Un beso.

Mª Ángeles Cantalapiedra dijo...

A veces pienso que los recuerdos de los olores, las voces de nuestro ayer ya nos ayudan a la metamorfosis, a acercarnos a ese ayer... hoy te veo más poeta que nunca.
Buen finde

TORO SALVAJE dijo...

La ausencia de proyectos.
Sólo queda el pasar los días, la espera, la larga espera.
Terrible.

Saludos.

MartinAngelair dijo...

Me da vértigo leerte momentos míos.



...No te ofendas, ni te incomodes,...quieres? (...por favor... sería lo único que separa, sin hacerlo...)




Un beso como la montaña de nuestra arena.



B.D.C.P.

Anónimo dijo...

Por el contrario a mi me fascinan tus versos de otoño, también tus prosas, no los encuentro tristes sino bellos, cadentes, un poco como las hojas muertas que escribe Karina nuestra amiga en su texto, será que me gusta el otoño, su olor, su color y su melancolía, reconozco que tal vez sería más aconsejable no mirar tanto al pasado pues como decía Jhon Lennon "La vida es todo aquello que pasa, mientras uno está ocupado haciendo otra cosa", pero bueno... es inevitable.
Abrazos

Marisa Peña dijo...

Son lentas pero necesarias...Y la falta de proyectos nos vacía por dentro pero al final cuando renacemos de las cenizas, cuando la mariposa rompe su crisálida, los proyectos vuelven.Un beso mi querido amigo

இலை Bohemia இலை dijo...

Díselo a Kafka...

lentas y en algunos casos impredecibles...

Bss

mangeles dijo...

Yo no digo nada,....que me pierdo.

Besos jefe.

Emma Ll. dijo...

Que si son lentas las metamorfosis...
Si yo creo que llevo los más de cuarenta (ay) años de mi vida en una y no veo el final.
Seguramente vivir consiste en eso.
Qué bueno tener la sensación de que ese proceso (tan insoportablemente lento, tan inacabable) tiene el aliciente de la compañía de quienes también están en el camino.

mangeles dijo...

Pepe, mi poema a medias, que ahora son dos...siguen sin terminar...¡qué díficil es escribir¡.

Besos amigo. Feliz domingo.

¡Preciosa canción y preciosa voz¡

karina Androvich dijo...

Me parece un texto maravilloso. Claro que todos andamos así por momentos, refregándonos las manos y entrando a cuanta taberna podamos de algún modo, lo dices genial y claro que es lento, el tiempo así es parafina, infancia remota, en fin, lo que dices. Y esto le pasa a alguien que entiende lo que le pasa, por eso ese final me parece esperanzador y tan real en un tiempo de transformaciones instantáneas de shopping.
Un gran beso Pepe!

carmen jiménez dijo...

"...Frente a un espejo que vuelve profundo lo cercano"
Desde es principio este texto tuyo remueve mis emociones. La retuerce en ese intento vano de taparse los oídos, de vendarse los ojos. ¿Cómo dejar de escuchar aquello que nos determina, aquello que nos viene desde tan lejos como un eco? No hay colirio que devuelva la luz a la oscuridad. Sólo la espera de esa lenta metamorfosis. Ni siquiera yo misma puedo ver hasta donde alcanza la profundidad del espejo.
Como ves, me resultó muy inspirador tu texto. Y como si tuviera la propiedad de la metamorfosis me fundo con él.
Un beso muy grande Pepe desde esta ausencia casi obligada.

Maria Coca dijo...

Si. Toda metamorfosis es lenta. Nos cuesta cambiar de piel porque dejamos parte de nuestra piel en lo vivido, en lo que hemos sido, en lo que recordamos que hemos sido...

Besos, Pepe.

Ardaire dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Ardaire dijo...

Me gusta como lo cuentas...
las metamorfosis son siempre lentas.
Mientras tanto vamos aprendiendo a respirar mejor...para crecer*


Saludos. Acabo de aterrizar en el mundo bloguero...