21 de septiembre de 2009

Fui un privilegiado. A veces lo digo, me lo digo, porque sé que le viene bien a mi mente recordarlo. Nadie estuvo tan cerca. Ni siquiera Chumpéter, que recorrió su cuerpo mientras yo zigzagueaba por su alma como una zarza ardiente para ver como se teñía el pelo de todos los colores. Supongo que hubiera querido ocupar mi lugar (y yo el suyo) sin perder lo que ya por error teníamos como nuestro.

Nada más lejos. Saleta salía y entraba de nuestras vidas sin dar tregua apenas a mis cigarrillos. Entonces yo la criticaba ese encanto burgués, ese limbo donde felizmente fumábamos todos; ese desparrame ideológico, que me hacía libre ya de morir sin complejos, porque ella encantaba mis serpientes y otras cosas absurdas que aún me habitan.

En aquellos momentos -recién llegada de Cabo do Anxo- tomábamos café (ella me inició en el arábica de Costa Rica que le trajo un indiano) a sorbos calientes y sensuales. A mí me parecía un derroche lo que gastábamos en aquella buhardilla imitación Montmartre. Luego, salíamos a la calle, nos enfrentábamos a la cruda realidad de Lavapiés, y nos echábamos miradas escandalosas de mesa a mesa recostados en aquellos respaldos de terciopelos carmesíes del Comercial, a expensas de lo primero que se nos ocurría escribir en servilletas hechas bolas. No nos pedíamos discursos. Bastante nos habíamos estrellado contra el suelo para vendernos motos.

Aunque ya nadie enciende fósforos, entonces sí lo hacíamos. Nos quemábamos las yemas agotando nuestra presencia con los ojos. Por suerte, no sabíamos lo que era un móvil y pasábamos ampliamente de los policías de paisano que ocupaban las mesas de enfrente.

Codorníu.

9 comentarios:

mangeles dijo...

¡¡Qué bonito¡¡ Y como me gustaba a mí encender mis cigarrillos con cerillas, jooo...

Preciosos recuerdos de amor de Saleta y Chumperchute y el hombre que escribe en verde.

Besos, amigo

Gala dijo...

Siempre es bueno hurgar en los recuerdos pero aún lo es mas cuando nos llenamos de orgullo.
Fuistes un privilegiado porque fuistes feliz.

Besos

FLACA dijo...

Es una pena que ya nadie encienda fósforos.Tal vez por eso se vuelven tan dulces algunos recuerdos.

Y justo ahora, que ya no fumo más, ni soplo el fósforo mientras largo el humo entrecerrando los ojos y mirando a lo lejos.

mjromero dijo...

Quien fue un privilegiado lo es siempre.
Un beso.

Mª Ángeles Cantalapiedra dijo...

Hay épocas memorables que descansan en lugar privilegiado en nuestra memoria. épocas doradas de membrillos y escaramuzas, donde el miedo no tenía color aunque la realidad nos acechara en los talones... eso, querido Pepe, ni un ejercito de troyanos nos lo quitará; nos las llevaremos a la tumba y seremos los ricos del cementerio.
¿Café de oferta? Es malo, pero está caliente

TORO SALVAJE dijo...

En tres posts diferentes he encontrado críticas hacia los móviles.
Si.
Son una esclavitud y una pérdida del cuerpo a cuerpo.

Me imagino a los polis. Mirando y luego anotando y luego... no quiero ni pensarlo.

Saludos.

MartinAngelair dijo...

Es un privilegio leerte...



...Qué bonito nombre Cabo do Anxo!




B.De B.D.C.C.

Maria Coca dijo...

Recuerdos con sabor a café y humo. Una escena muy bien teñida de emoción, Pepe.

Besoss

mera dijo...

Tu eres un privilegiado sin entrar en la entrña de nadie. Escribes como dios con rayo de fuego, haces las tablas de la ley, ..., (M.16.45 UTC)