Extravío de pálpitos apresurados. Mis dedos ya no cuentan los días que faltan para vernos, ni mi mente imagina tocar los colores azules de tus hierros. Amarga en mi boca el sueño de una posible cita en la estación de Atocha sin ninguna esperanza. Tan sólo llevo cuentas de los insomnios, certidumbres que odio y apago lentamente en el cenicero.
En las camisas de cuadros como aquella, ya sólo veo ventanas cerradas como nichos. Las bandadas de aves, cuando se marchan, me dejan en la ventana un diccionario de silencios inmensos. Me pierdo entre los rostros lánguidos de nuestros amigos comunes en los aniversarios, entre los cuerpos cómplices de un sinfin de emociones subterráneas. Y aún años después, toco mi cuello para escuchar mi corazón, y la yugular acaricia mis yemas como nunca lo hizo.
Me sentaré otro otoño, amigo, en el sillón mencionado por Shiki; donde las agujas de pino esparcidas de aquel haiku dieron tanto sabor a nuestras conversaciones. Y luego me dejaré llevar de tu mano a Cabo Verde; porque sin ti no hubiese conocido a Cesarea Évora, y su música, y las premonitorias saudades que me vaticinaba.
Demasiados recuerdos revueltos, imágenes, añoranzas, amaneceres atrapados por Malasaña recorriendo todo aquello como vagabundos, sin señales precisas, sin rumbo, sin destino. Hoy soy un ángel preso que guarda sus sueños en una caja que pone “Aquel otoño” y los suelta como palomas para que se los lleven hasta sus bolsillos de nidos olvidados aquellos castaños de El Tiemblo que tú tanto amaste. Nidos vacíos de los que hablamos tú y yo tantas veces (mientras pudimos hacerlo), a caballo de palabras transparentes, suspendidas en el eco confidente de nuestras cosas.
Había que darse prisa y lo hicimos. Vinieron a buscarnos -tomaron la calle equivocada en mi caso y pasaron de largo-; pero tú estabas en casa esa noche. Con nostalgia, te extraño, amigo. Porque a veces no sé como soy sin tu espejo. En nuestro camino, la gran suerte de conocernos de corazón a corazón, como dicen los maestros de zazen japoneses; amparados en las sombras lunares de Pink Floyd, por ejemplo.
A veces me despierto -lo confieso- y tengo que escribir. Pero sigo sin saber dónde estoy.
Codorníu.
11 comentarios:
La foto pertenece a mi amigo Paco, maestro y herrero. Fue miembro fundador del Movimiento Cooperativo de Escuela Popular (técnicas Celestin Freinet) en España. En sus años de excedencia dirigió el taller escuela del monasterio de El Escorial, primero, y La Universidad Complutense de Madrid, después. y recuperó varias estaciones de tren antiguas, ventanas, rejas, verjas, portones...
Unos años antes de morir, a raíz de una angina de pecho le aconsejaron que volviese a la pizarra y la tiza, y dejase de machacar en la fragua.
Fue como si no se hubiese marchado nunca. Inmensa su vocación para enseñar. Impresionante.
In memoriam.
Que homenaje más sentido.
Bien hecho.
Saludos.
Precioso¡¡¡
Y ¡me acuerdo Pepe¡¡ me acuerdo...de cuando yo era una veinteañera, y las estaciones de tren de Galapagar, Torrelodones, Las Matas, Las Rozas....se llenaron de macetas forjadas con colores y dibujos y embellecidas ....hasta que el dinero de la UE nos trajo nuevas estaciones de tren....
GRande tú amigo...Grande, hermoso, coherente...bien...
A gran persona, gran recuerdo.
Bello post amigo.
Besos
Apenas se ha ido por un rato,creo; nadie se muere, Pepe, si deja una huella como la que ha dejado tu amigo Paco.
Recordar así es una forma de tenerlo contigo.Amistades como la de ustedes demuestran que todo ha valido la pena.
Has descripto la ausencia y mostrado el dolor con una belleza que enaltece todo.
Conocía esa foto de la taberna. Durante mucho tiempo creí que ése que fraguaba el hierro eras vos.No debe ser casualidad.
Un abrazo.
Te leo y sólo calma mi escalofrío ese hierro candente, vivo. Vivo en tu recuerdo, en la amistad, en el amor, en el encuentro y en reencuentro que a todos nos aguarda. Preciosa también esa imagen de palomas volando hacia el Tiemblo. Yo también guardo una caja llena de recuerdos que no me atrevo a esparcir por miedo a que desaparezcan, y sin embargo cada vez que vuelvas a esos lugares comunes, los nidos estarán llenos.
Conmovedor amigo Pepe. No sé cómo he podido, ni dónde he estado todo este tiempo. Tampoco ahora estoy muy segura y escribo. Escribo a los amigos como tú.
Un gran abrazo.
Emotivo, los amigos perdidos son ls mejores hojas del calendario.
Besos.
Los amigos que han sido parte de nuestra vida siempre tienen un momento a lo largo del día en el que se les siente y se les aprecia y nunca se les olvida.
Un abrazo
Muy bonito, Pepe. Hay una frase que me ha calado dice algo así como no sé cómo soy sin tu espejo" a veces neceitamos ese faro guía que refleje nuestra sombra.
En cuanto que nació para la docencia, cuántos necesitaríamos de esos hoy...
un besazo
Mi padre era obrero metalúrgico en una empresa de Villalba, llamada MADE, hacian piezas para los coches de Seat, y otros ....Bueno, el caso es que uno de nuestros vecinos, que también trabajaba en la fábrica (más de 1000 trabajadores tuvo en su día) "hacía artilugios en la forja" para sus chicos y para nosotros...gatos de metal, flores...yyyyy TIRACHINAS...nos hacía tirachinas de metal, ...y los teníamos que ocultar para que su mujer y mi madre no los vieran y le regañaran a él y nos lo quitaran a nosotros...IMAGINA...los demás los tenían de madera y nosotros DE HIERRO ..jejee...aunque yo era un desastre con la puntería...
Me he acordado al pensar cuantos objetos bellos haría tú amigo el herrero.
Besos de sábado Pepe
Pepe, los amigos realmente son el espejo en el cual nos vemos, nos reconocemos, son los que nos devuelven dia a dia nuestra imagen, y cuando nos faltan .. no nos vemos, nos quedamos ciegos y sin sabernos.
sin duda Paco ha dejado recuerdos forjados en tu memoria, y , como son de hierro, permaneceran casi eternamente, tal vez se oxiden un poco, pero ahi estarán para cuando los necesites.
Un abrazo de este otro herrero, en cuarta generación hasta donde yo sé. y que ahora se dedica a hacer con la madera, o casi.
Reencontrarme con tus textos después de este tiempo de alejamiento fue una emosión grande querido Pepe, me maravillo de leerte (por un momento creí que eras vos el de la foto ja)
Y el de arriba...
Es tan hermoso
Habría tanto para decir que te afrendo mi silencio.
Un beso enorme.
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