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soy isla asida al tallo de los vientos...
Nadie escucha mi voz, si rezo o grito:
puedo volar o hundirme... Puedo a veces,
morder mi cola en signo de infinito.
Soy tierra desgajándose... Hay momentos
en que el agua me ciega y me acobarda,
en que el agua es la muerte donde floto...
Pero ahora a mareas y ciclones,
hinco en el mar raíz de pecho roto.
Crezco del mar y muero de él... Me alzo,
¡para volverme en nudos desatados...!
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.......................Dulce María Loynaz, Isla.
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En alguna parte, pronto se hará de día. Un cielo lila, por encima de los desiertos urbanos, derramará tonos perlados sobre la unión del pasado y el presente al llamar a la ventana de Haydée. Luego, aquel extraño viento premonitorio alargará siseos arrastrando sus grises babuchas de fieltro; y un momento más tarde, el silencio enmudecerá (quedándose a flotar entre lo ilusorio y lo real) en esa tierra de palmeras que aprieta los dientes en las desgracias.
Aquí, al otro lado del Atlántico, el olor denso del jazmín aún endulza los últimos recuerdos manuscritos con azúcar de caña. Como un gato que ya no puede defender más la posición frente a un plato de restos de pescado, siento como voy retrocediendo lentamente hacia la barca de los sueños. En sus bancadas cruzo remando el torrente de trémulas estrellas (raíces de todos mis suspiros) y las miro apartarse abrazadas en esta noche triste.
Aquí, al otro lado del Atlántico, el olor denso del jazmín aún endulza los últimos recuerdos manuscritos con azúcar de caña. Como un gato que ya no puede defender más la posición frente a un plato de restos de pescado, siento como voy retrocediendo lentamente hacia la barca de los sueños. En sus bancadas cruzo remando el torrente de trémulas estrellas (raíces de todos mis suspiros) y las miro apartarse abrazadas en esta noche triste.
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No serán las mismas que Haydée estará viendo. Además... igual ni mira al cielo.
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Haydée perdió su casa en Pinar del Río.
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Codorníu.
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Haydée perdió su casa en Pinar del Río.
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Codorníu.
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14 comentarios:
Dos espacios, dos realidades,dos situaciones, unidas por ese amanecer que no coincide en la hora más que con el pensamiento y con el sentimiento. Cuánta tristeza e impotencia de tu lado del mar al evocar ese amanecer de Haydée. Pero estoy segura que Haydée no tiene tiempo de enterarse, no mira para arriba, mira a su alrededor a ras del suelo, está atada a su realidad;debe haberse levantado temprano a remover los escombros y tratar de armar nuevamente su casa y su vida.
No me extraña que no pueda mirar al cielo, a veces el cielo se opaca, difícil situación.
Qué belleza de canción Pepe
Te abrazo
¡Ay Codorníu!,¿bailas?(con permiso)
Qué preciosidad de entrada, nada más puedo añadir por ahora.
Inuits de Isla
Qué hermoso el poema de Dulce M. Loynaz, y tu texto, también.
Lástima que a veces detrás de la belleza esté viviendo el dolor.
Besos.
"La criatura de isla paréceme,
no sé por qué,una criatura distinta. Más leve, más sutil,más sensitiva.(...)Ella es toda de aire y de agua fina.
Un recuerdo de sal,de horizontes perdidos,la traspasa en cada ola, y una espuma de barco naufragado le ciñe la cintura,le estremece la yema de las alas...
Tierra firme llamaban los antiguos a todo lo que no fuera isla. La isla es, pues, lo menos firme,
lo menos tierra de la Tierra".
Dulce María Loynaz
Si yo escribiera como vos o como Dulce,o si cantara como Omara, no me preocuparía por entender o no la música clásica.
Hoy me voy de aquí nuevamente con esa dulce melancolía a la que nos tenía acostumbrados Codorníu.
Un beso.
Pollo, maravilloso texto acompañado de un poema precioso.
¡Redondo!
Xen es Alfonso X. Rabanal tiene el blog: "El blues de luz azul o crónicas para decorar un vacío"..., si quieres visitarlo lo tengo en la ciudad a la izquierda entre mis favoritos...allí está Xen con las puertas abiertas para todo el que llegue.
un beso.
Qué tristeza es perder la casa propia, quedarte sin ese espacio al que todos tenemos derecho.
La última vez que ví esta imagen que vos estás describiendo era de otra Haydée, una argentina que tampoco podía mirar el cielo, estaba perdida mirando el piso de lo que había sido su calle, bajo la autopista. Una villa de emergencia, un amontonamiento de casitas de madera y cartón, un espacio ganado por los que no tienen ningñun espacio. Y una velita que se cae y un incendio en cadena que en pocos minutos terminó con todo.
Ella estaba sentada mirando el piso, no sé el tiempo que estuvo así mirando su desastre interno, su propio incendio.
Este bello relato de esta otra Haydée, me la recordó por completo.
Un abrazo Pepe.
Dos mundos muy diferentes bajo un mismo cielo. Dos realidades que se complementan.
Buen texto, una vez más.
Besoss
Hola Codorníu. Te agradezco tu visita y te la devuelvo gustosamente.
La verdad es que perder la casa es mucho más que perder algo material. Tu vida entera está creada, construída y mantenida entre esas cuatro paredes. Si desaparecen, parece que tu vida desaparece con ella. Pero hay que recuperarse y Haydée seguro que lo hace pronto.
Un saludo
Recuperarse tal como he visto allí las cosas no lo veo facil, es asombroso que con tan pocos medios tengan solo cuatro víctimas. La organización...Me gustaría poder ayudar. Ser viejo es estar siempre ocupado. Un placer leerte.
No sé qué decir. Me quedo absorta ante cuanto leo y ante cuanto escucho.
Es así de rotundo lo que me ocurre cuando vengo aquí.
Un abrazo.
yo creo que sí, Pepe, creo que Haidée mirará al cielo, y también buscará estrellas.
Yo sigo maldiciendo la dejadez mundial.
un abrazo
Preciosos.
Gracias.
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