23 de septiembre de 2008

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"Mientras, el tiempo
cierra su abanico
y no hay nada
detrás de sus imágenes..."

......................Octavio Paz
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Empieza el otoño con la lluvia que desdibuja las formas de los abetos sobre los riscos escarpados. Como flores blancas sobre la nieve, todo se desvanece tras un telón de papel cebolla, interpuesto “de hoz y coz” en la existencia.
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Esta noche ha diluviado de nuevo en mi cuenco de mendicante. No sólo la calle brillaba engalanada de charcos bajo las farolas, la vida (escrita con tinta invisible en un libreto inexistente) también se hacía experta en diluirse aguas abajo, chorreando por los cristales.

¿Qué harás –me preguntaba en verano junto al mar- cuando las olas furiosas de los fenómenos cotidianos te sacudan?
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"Llenar el vacío con respuestas -me respondía yo mismo- es inútil tarea".
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Miro atrás.
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En los ochenta quedó el vagar de cursillo en cursillo; de fin de semana en fin de semana; incluso comprender el océano estudiándolo gota por gota. Sólo aprendí que por una duda resuelta esperaban cien a la cola, y que nadie sacia su hambre leyendo recetas de cocina.
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A partir de ese momento me dije:

Contempla la hermosa enseñanza que te dan gratuitamente las cadenas montañosas, los riscos, los acantilados, y los atardeceres de tus mundos internos. Luego, ve a la taberna de la esquina y tómate algo".
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Y eso hago. Sencillamente.
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Quizá cada instante sea un buen instante, y eso sea todo...

Codorníu.
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13 comentarios:

Anónimo dijo...

Y es un buen ejercicio mirarse por adentro y disfrutar de tu mundo interior, cuando todavía se tiene.
Un beso

Lena yau dijo...

Lo que haces es vida, Ladrón...

Observar a placer....

Treinta besos volados para ti...

Inuit dijo...

..pero el quizá vuelve a ser una duda que busca una respuesta aunque no se verbalice la pregunta.
Codorníu, que esto es un lío que ni Dios sabe resolver.
Bueno, sabemos lo que vemos, que lo vemos, cuando lo vemos. Sabemos como sentimos, cuando lo sentimos y cuando no lo sentimos,también. Sabemos lo que no queremos e intuimos lo que querríamos.
Tenemos un cuenco vacío para llenar y lleno para vaciar y todos, todos, sabemos que somos mendigos y andariegos,aunque jamás le hayamos puesto palabras. También, podemos ir al bar de la esquina a charlar y brindar por la vida vivida y por la que ha de llegar y como decía Rilke (casi que me lo invento) hasta que ésta, grande, libre e imprevisible vida nos bendiga. Así sea.
Una entrada muy ZEN.
Inuits

Mª Ángeles Cantalapiedra dijo...

... Yo eso lo llama modo de vida inteligente, no apto para no pensantes.
Besillos

Mityu dijo...

O tal vez la respuesta al vacío. Vacío de uno mismo, que no ha de llenarse más que desde dentro, recuperando el centro, que en danza es fundamento del equilibrio, que algunos llamaban las entendederas, otros el espíritu, pues el remolino confunde y hace magma lo sencillo.
Tenerse a uno mismo... ah... dio tiempo a que comenzara el vals...
Un abrazo

mjromero dijo...

y ahora mismo oigo cantar... silencio que están durmiendo...,
me gusta esta voz femenina que canta,
yo creo que no me iré a la taberna que si vengo con el café para estas aguas... me lo paso mejor con esta música mientras leo y pienso esto de dentro y fuera y se mezclan los nardos y las azucenas
y pensar en ese final de ...y eso sea todo...
y también he llegado al vlas, qué lenta soy
besos

Mª Jesús Lamora dijo...

Sólo mi recuerdo. El resto... lo pones tú.
Un abrazo.

Mª Jesús Lamora dijo...

Sólo mi recuerdo. El resto... lo pones tú.
Un abrazo.

Maria Coca dijo...

Estoy de acuerdo contigo. Tras tantas preguntas sólo queda encontrar respuestas en un atardecer.

Besoss

El Tata dijo...

Gracias por tus saludos; no sé si a esta altura hay que felicitarme. Entré a tu blog, y, verdaderamente, sos, (perdoná el dialecto rioplatense)un tipo fuera de serie. Yo también sufrí bastante pensando en la isla heroica. Desde acá hemos tratado de enviarles ayuda. Recuerdo, cuando estuve en La Habana, el nudo en la garganta que se me hizo cuando, en el Museo de la Revolución, me econtré, de improviso, con el Gramma. Gracias otra vez por tu saludo. Un abrazo enorme.

FLACA dijo...

Amigo Pepe: parece que me hubieras adivinado y que el océano no fuera distancia. Este post parece que lo hubieras escrito leyendo mis pensamientos y respondiendo a las interrogantes que me aquejan estos días. Parezco la de la foto que colgaste, tal cual.Este fin de semana que pasó hice un curso.jajaja. Estoy en pleno conflicto, aún no sé realmente si me interesa zambullirme en el océano del saber para estudiármelo gota por gota, sé que ahí no voy a encontrar las respuestas por más que lea y estudie.Debería entregar en breve un trabajo que no son justamente "recetas de cocina",sino realidades vividas y reflexionadas,pero no sé, lo que tengo ganas es de sentarme en la barra de La Flacurita (al boliche "del Hugo", de la esquina,no entran mujeres) con unos cuantos amigos y charlar en grande, ahí sí que se aprende;no tengo ganas de andar haciendo teorías.

Menos mal que en esto de bloguear no me achico, porque tu maravillosa descripción de ese otoño que está entrando ahí dejó a la mía de la primavera pasando vergüenza.

Sabía que si el Tata venía a verte le iba a encantar. Si hablan de Cuba tienen tema para rato.

Un beso.

mera dijo...

¿que más se puede hacer? Pues eso, tomarse algo y que cada instante sea un buen instante.

Sasian dijo...

Todo se desdibuja en otoño, parece desvanecer, y sin embargo sigue allí. Todo sigue en su sitio, solo se camufla, bajo la belleza del gris y la limpieza de la lluvia. Esa lluvia que permite que seamos capaces de sentarnos frente al cristal y observar, observar nuestro interior y descifrarlo, escribiendo, sólo para nosotros con tinta mágica nuestra vida. Recogiéndola, como podemos, defendiéndola, recordándola, inventándola, de los cristales limpios por la lluvia.
Los ochenta nos dejaron la sabiduría, con ese vagar de cursillo en cursillo del que hablas, y de cine forum en cine forum, de concierto en concierto… La sabiduría de saber que el vacío únicamente se llena llenándose, sin repuestas, o sí, pero sin buscarlas. Nos dejaron la sabiduría que nos permite reconocer que debemos hacer cuando vuelve lo cotidiano… La sabiduría de la mirada, de la observación, de la pasión…de vivirlo como nuevo. De volver a observarnos sin necesidad de esperar la lluvia de otoño.

Nos vemos en la taberna.

Un abrazo.


También yo pondré rosas en el agua.