22 de enero de 2012

Cuando miro para atrás… lo que soporté durante cuarenta años… las horas que trabajé y no me pagaron… lo que tenía que aguantar con tal de que no nos faltara en casa el salario... (unos sueldos tan ridículamente pequeños).  


(Por lo que veo, todo esto empieza a pasar ahora de nuevo…)

Pero volviendo al fútbol: el traslado a acomodador nos supuso a la familia un desahogo económico muy grande. Con el fútbol gané mucho dinero en propinas todos los domingos que había partidos. Traía a casa los bolsillos llenos de monedas. ¡No me lo podía creer! El sueldo mío y el de Estrella lo metíamos casi entero en el banco. Apenas gastábamos de ahí. También tenía dinero en casa para los amigos que se veían en un apuro y yo lo podía remediar. Llegaban a casa y me decían «Pepe, estoy en un apuro. A ver si me puedes ayudar, que tengo una letra que me vence y no tengo para pagarla»

El hombre en cuestión se marchaba llorando. Yo quedaba contento de haber hecho un favor a un amigo y quedaba muy orgulloso, sin mirar si me lo iba a devolver o no.

En esta vida hay dos clases de ricos: unos tienen mucho dinero, otros tienen salud. El que tiene dinero y no tiene salud es el más pobre, porque no puede disfrutar del dinero que tiene. El que tiene menos dinero es más rico si tiene salud; lo poco que come le sienta bien. El rico, como está enfermo no puede disfrutar de los millones. La avaricia nunca fue buena. ¿Para qué quieres más de lo que puedes gastar? 

Yo, sin tener esas cantidades de dinero, ayudé a mucha gente por aquel entonces. No hacía falta que me pidieran nada. Sólo con verles la cara me era suficiente. Y cada vez que hacía un favor, notaba yo que cogía más fuerza, como si me pusieran una inyección. Creo que entre todos –que fueron muchos- me están dando fuerza, salud y bienestar. Noto que me tienen en la memoria; y ahora, a menos de un mes de cumplir los 101 años, sé que me están recordando a menudo y dándome las gracias. 


Pepe padre
(continuará)

5 comentarios:

Pilar Álamo dijo...

Al pobre le faltan muchas cosas; al avaro, todas.
El rico es dueño de su fortuna; el avaro es el esclavo de la suya.
Un abrazo grande sin escatimar admiración.

FLACA dijo...

Es una verdad muy grande: el que mucho da siempre recibe, aunque sea a la larga. Y, aunque no reciba de afuera, se enriquece desde adentro; la persona generosa es feliz dando, y más feliz aún cuando no espera recompensa, cuando no da para ganar luego. A don José loa vida le ha premiado esa generosidad, que más que eso es solidaridad pura. Ya nos estamos preparando desde esta orilla para el cumpleaños 101. Me ha gustado mucho reenganchar con esta historia y conocer un nuevo episodio. Un abrazo a todos.

Maria Coca dijo...

Me he quedado impresionada con esa cita: hay dos clases de ricos... Cuánta verdad!

La historia de un hombre que ha sido y sigue siendo luz para aquellos que rodea...

Un abrazo para cada Pepe.

Anónimo dijo...

Como me alegro de oír a D.Jose otra vez con esa sabiduría que dan los años vividos.

Un fuerte abrazo a los dos.


RV

Anónimo dijo...

Me emociona lo que leo, mi padre, era así también, no tenía nada para él, todo lo compartía. Y si, tiene toda la razón, no hay nada que te colme tanto, a mi me pasa también, como poder ayudar, sin esperar nada a cambio, es una de las pocas cosas que en este momento de mi vida, me llena.

Me alegra muchísimo volver a verle, y espero no perderme su cercano aniversario.

Abrazo grande para los dos