20 de noviembre de 2010

Las propiedades mágicas de los números aparecen por todas partes en la naturaleza. Lo nuestro no había de ser una excepción; porque, en el mayor de los secretos, la música que rellena el espacio que separa las almas destinadas a juntarse canturrea una geometría áurea, imperceptible para los amantes.

Una vez que el mar consintió que ganásemos la playa, la fiesta comenzó para nosotros al abrigo de unas rocas anaranjadas donde el sol dormitaba arrullado por la bajamar. Sólo había algo que me mantenía en guardia: aún ignoraba su nombre; un detalle importante, ya que me había propuesto no tener más relaciones con nadie de suma seis. Eso era más esencial que saber por qué Xéxpir mantenía aún la mirada perdida.  O ver como las marcas del oleaje se disponían en bellas y sorprendentes pautas de remolinos espirales. 


En seguida me di cuenta que su verdadera naturaleza era la de un tipo observador y cauto. En absoluto se atrevió a preguntarme sobre aquel tatuaje (a medio camino donde se junta la cadera con el muslo) por el que otros hombres se habían mostrado intrigados a la primera. Tan sólo lo miraba de vez en cuando, de reojo, con disimulo... sin saber que la frecuencia de vibración de su corazón era inversamente proporcional al escaso valor que le quedaba. No me dio pena, no era el único. Claves tan esenciales como los números que gobiernan los sentimientos se escapan al común de los mortales. Por eso cuando un quinto musical de su angustia regresó al dolor original ocho octavas más arriba, apenas percibió la secuencia ascendente de la escala espiral, cual sucede con la disposición de los remolinos del girasol. Sin saber la causa, sólo pudo notar cómo una sombra le velaba de nuevo el presente. 

Le salvó que para entonces ya había regresado yo del faro con una botella de albariño. 

Los papeles de Saleta.
Codorníu.
. .

4 comentarios:

mangeles dijo...

Uhhhh....Saleta nos dejó escrita su alma y su mente...en papeles....¡que guay¡¡...

Será fantástico ver su historia a través de sus ojos.

BESOS PEPE

Marisa Peña dijo...

Ay , Pepe...pero qué bien escribes y qué agusto estoy en tu casa.

FLACA dijo...

¡¡¡Upa!!!... éstas son las cosas que me gustan.
Y qué bien descripto eso de las rocas... no sé por qué lo asocio a algún recuerdo.

Otra vez se me hace agua la boca con eso del albariño...jajaja.

Hablando en serio, qué bien escrito está esto. Adoro a Saleta. Un abrazo.

Maria Coca dijo...

Me encanta la melodía de este relato. Ese trasfondo que suma armonía a pares.

Qué bueno, Pepe.

Un beso.