21 de noviembre de 2009

Una mesa detrás de una columna me oculta de las miradas de los que pasan, toman algo y salen al rato. Si ladeo la cabeza puedo ver a los otros, a los que permanecen en la barra por los siglos. La verdad es que hoy no me interesan mucho sus movimientos buscando banquetas vacías ni su charla pegajosa en torno al partido que televisan este fin de semana. Cuando se marchan todos, el tabernero (el pobre tabernero, como gusta llamarse a sí mismo) se acerca a mi rincón, ávido de otras conversaciones, y me pregunta: ¿Qué lees?

Extiendo la mano hacia él y le acerco el libro. "Son rollos filosóficos", le prevengo a la vez que observo como pasa las páginas sin prisa, deteniéndose en el tacto del papel, abriendo lentamente una sonrisa que me intriga porque siempre tiene preparada alguna ironía en la recámara. Al fin, sus labios maldeclaman (como si estuviese leyendo teatro en una tertulia de poetas) unos versos de Taigui que sus ojos "escogen" dejándose atrapar por algunas notas a lápiz que puse por el margen:

.

"Vuelan luciérnagas,

y al ir a decir: <¡Mira!>,

estoy yo solo"

.

No lee más. Se da la vuelta -a lo torero- y comienza a recoger unas tazas que hay por las mesas. Cuando regresa al otro lado del mostrador, le oigo cacharrear con los vasos. Yo vuelvo a abrir el libro e intento colocar de nuevo la cabeza sobre los hombros de cartoné. Sé que tiene mucho "zumo" ese haiku. Mucho. Pero ya queda poco, es casi la hora de cerrar, y no sé si compensa seguir para dejarlo a medias. Me levanto. Me pongo la chaqueta despacio. Mañana más, digo en voz alta. Él sortea el mostrador y me espera junto a la puerta. Bajará el cierre en cuanto salga. Temo el momento, y me voy acercando de puntillas. Pienso -como cada noche- si podré alcanzar la calle sin que me remate.

Al borde del escalón, cuando ya estaba casi a salvo, recibo en mi espalda el chorro de una manguera de agua helada: "¿Sabes una cosa? Uno nunca está solo; porque por h o por b siempre hay una conciencia perturbadora que lo acompaña"

Qué canalla. ¿Habría leído la dedicatoria del libro, donde Saleta había escrito hace años: P’a ti p’a siempre?

Codorníu.

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14 comentarios:

Anónimo dijo...

¡Cuánta razón¡ sabiduría popular, canallada, si.
Un beso grande Pep
calma

Anónimo dijo...

Pepe, quería decir.

mangeles dijo...

Conciencia, conciencia...mala acompañante la conciencial....

Tiempos de lluvias y amor...

Besos amigo. Un placer siempre leerte

mjromero dijo...

Pues gente sola, sí que habrá, porque seguro que hay los sin conciencia.
me alegra leerte.
Un abrazo.

TORO SALVAJE dijo...

El tabernero sabe latín.

Saludos.

Mª Ángeles Cantalapiedra dijo...

Cómo molan estos retazos abandonados, qué conciencia dejan en quien los lee.
Un besazo, cuidate
Ah, ¿y ves? tarde o temprano siempre hay algo que decir.

MartinAngelair dijo...

Y qué maravilla...




Sabes otra cosa?


Siempre le temo al chorro de agua helada y hasta me la presupongo turbia, cuando también me subo a los escalones de algún portal, en el intento de proteger mis pies con sus sandalias.


...y es que así no se puede concebir un procedimiento adecuado por limpiar los suelos de las calles.





De verdad, una maravilla.



(los versos de teatro con lectura de tertulia,...para mirarlos)





Buenos días y un beso C.

Inuit dijo...

Codorníu,
Que he ido a buscar a éste tal Taigui que habla tan bellamente y tan hermosamente del vuelo de la luz y no sale en la wkp. ¿Cómo puede ser que no lo conozcan con la belleza de lo que ha escrito? Es que hay cosas que no se entienden.

¿No será la tal Campanilla, en su volandera alegre, que desprende esa esencia de luciérnagas?

Inuits

mera dijo...

No hay na peor que un tabernero ilustrado.

Anónimo dijo...

INUS:

Taigui es un maestro zen que vivió en el siglo XVIII. Aquí te paso el que te prometí. Mira a ver que te dice.

Yo las barría,
y al fin no las barrí:
las hojas secas.

Pilar Álamo dijo...

un haiku llega rápido a la sensibilidad de las personas y tarda en reposar su intención.
Un abrazo

PIZARR dijo...

Mi querido Pepe, mil gracias por esas palabras dejadas a pesar de tu "ausencia".

Me encantan esas escenas de taberna nocturna que pintas como nadie y que siempre llevan el toque nostálgico de esa Saleta que se fue...

Todo apunta a que efectivamente es Tara blanca quien aparece en el último Mandala. Es una serie de plantillas que se denominan Mandala para la Meditación que pinté como decía en el 2006, pero no llevan ningún tipo de explicación sobre lo que cada una puede representar. Creo que es una vez pintados cuando adquieren verdaderamente un significado, salvo ese por la imagen de Tara blanca o los del OM se definen por si solos incluso antes de ser pintados

Llevo muchos años acercandome a todo lo que signifique mundo interior, mundo oriental, espiritualidad, belleza... llamalo como quieras, pero de manera absolutamente personal y autodidacta. Es cierto que los años de enclaustramiento por la enfermedad de ambas me llevaron aún más por ese camino. Tenía todo el tiempo del mundo...

Dicen que Tara blanca protege de las enfermedades y concede larga vida, además de sabiduría y fortuna.Esperemos que nos proteja a todos.

Te dejo un haiku muy bello de Taigui

sore-zore no

hoshi arawaruru

samusa kana

Grandes y pequeñas

aparecen estrellas

dentro del frio

Al intentar mantener la rima en castellano quienes los traducen supongo que inventarán más de la cuenta, porque es imposible mantener la rima fonetica en japones y en castellano y se mantiene.

Un abrazo Pepe y tú tranquilo por esas ausencias, yo también ando un poco ausente por falta de tiempo.

Patricia Angulo dijo...

Siempre es grato encontrarte acá en esta especie de taberna tuya.

Vine y te leí un par veces y me fui sin comentar, creo que lo que hacía era darte un abrazo.
Sin ir mas lejos, es lo que he vuelto a hacer.

Contenta de verte :)

Besos.

Maria Coca dijo...

A veces no vemos lo esencial por intentar ver más allá. Muy bueno, Pepe, una vez más.

Besoss