Han pasado muchos años y no debe quedar
nadie en el mundo que fume Celtas con filtro. Tampoco que encienda ya con un Flaminaire niquelado de aquellos que abundaban en los años sesenta. A
estas alturas, ¿quién podría pasar esta singular selección? Y de superarla,
¿quién estará pendiente cada lunes para que nunca falte un caramelito de L'Ile
de Ré en aquel asiento
del andén del metro de Sevilla?
Los recuerdos me agobian al remover
armarios sacando la ropa de verano para guardar la otra, la de invierno…
una rutina, que me sirve para contar los años que hace de todo aquello. Y
es que no hay primavera que no aparezcan por algún lado aquellas gafas redondas
de espejo, que Saleta dejó sobre el asiento del andén antes que aquellos tipos la
trincaran con sus manazas.
Las gafas aún conservan el polen de sus dedos en la montura. Solo yo sé lo que siento cuando mis yemas las rozan antes de sacarlas de la funda con cuidado: me pongo nervioso, me tiemblan las manos y me burbujea aquella cosa en el estómago como entonces, cuando escuchaba su voz al otro lado del teléfono con aquel tono dulce y suave, que me decía escuetamente: «Soy Thérèse... Ha llegado una caja de caramelos para Codorníu», y colgaba.
Las gafas aún conservan el polen de sus dedos en la montura. Solo yo sé lo que siento cuando mis yemas las rozan antes de sacarlas de la funda con cuidado: me pongo nervioso, me tiemblan las manos y me burbujea aquella cosa en el estómago como entonces, cuando escuchaba su voz al otro lado del teléfono con aquel tono dulce y suave, que me decía escuetamente: «Soy Thérèse... Ha llegado una caja de caramelos para Codorníu», y colgaba.
Durante los mejores años de mi
juventud recibí esa llamada una vez por semana. Exactamente, los domingos por
la noche entre las diez y las once, cuando la gente está cenando. Así fue
durante cinco años. Al día siguiente, a las tres en punto, cuando salen a
borbotones los trabajadores de los bancos, bajaba al andén del metro con el
estómago encogido. La estación de Sevilla, a esta hora, era un lugar seguro, me
repetía.
(En el asiento que está pasada la
última papelera, justo al pie de un anuncio enorme de cafés “La
Estrella”, hay
una mujer joven que oculta su mirada con unas gafas de espejo de montura
redonda. El día que no las lleve puestas, el chico sabe que no tiene
que acercarse. Se llama Thérèse. Un
nombre tan falso como agradable al oído al deslizarse: Theguèsss...)
Cuando todo es normal, al llegar a su lado
ella se levanta y yo ocupo su asiento. Ni un gesto, ni una palabra... En
escasos segundos, la chica desaparece entre el público que se hacina esperando
la llegada del metro. No la sigo con la mirada. El sentido común me dice que es
mejor que no mezcle. Una vez, lo hice saltándome las normas y, durante un
chisporroteo de segundo, descubrí anonadado que sus piernas eran bonitas...
De sus ojos no puedo decir nada, porque nunca los he visto sin gafas.
(En esas horas punta, los trenes
pasan cada poco. El primero que aparece, llega abarrotado. Ella no lo habrá
cogido, nunca lo hace. Al revés: se mezclará con la gente que sale de los vagones,
y lo más lógico es que haya atravesado al otro extremo del andén y vuelva a
salir a la calle. Quién sabe. El tren pita la primera vez para
avisar que se van a cerrar las puertas. Entonces, aquel chico joven que no
lleva el pelo largo ni una chaquetilla verde y sucia de la guerra del Vietnam;
ni una boina al estilo del Che, ni barba, ni nada que huela a la juventud de su
época… saca de debajo del asiento el pesado y voluminoso envoltorio de
caramelos de La
Rochelle , y de tres zancadas rápidas alcanza la puerta del
vagón, a riesgo de cargarse el traje y arañar unos relucientes zapatos
Martinelli. Así, a lo bestia, asalta la empalizada de codos y caderas, y
empuja la masa con el culo sin parase en modales. Instintivamente, abraza con
fuerza contra el pecho la enorme bolsa de golosinas francesas: siempre la misma
marca, L'Ile de Ré. Aunque nunca
la misma bolsa).
Dos días después, todo lo más, las
escaleras de las facultades, las bocas de metro, las calles principales de los
barrios de Madrid y las puertas de las fábricas del cinturón industrial parecen
campos de amapolas blancas tras la siembra nocturna de panfletos, que han
seguido pasando de mano en mano... Y así, durante cinco años, los mejores de mi
juventud.
(Hasta que un lunes, al bajar al
andén, se queda de piedra al ver que Thérèse no tiene las gafas puestas: las ha dejado sobre el asiento de
plástico azul, y está de pie, de espaldas a las vías, mirando como alelada el
gigantesco anuncio cóncavo de cafés La Estrella. El chico de los Martinelli pasa de largo
junto a ella... Casi la roza; de hecho, quisiera hacerlo; pero se detiene a pocos metros, sin poder dar un paso
más, disimulando de lado, conteniendo el aliento... Coincidiendo con la
llegada del tren, el chico ve como del remolino de
mareas humanas surgen unos hombres que aprovechan para sacarla
de allí hacia la salida. La figura de Thérèse sube y baja como dando saltos de
gorrión; con la cabeza baja, colgando... lo más parecido a una muñeca hinchable entre los policías de paisano).
Sé que sabe de sobra dónde me encuentro
-de hecho pasa tan cerca que puedo sentir su respiración agitada-; pero ni siquiera
levanta la vista para mirarme...
Codorníu.
26 comentarios:
Iba a ponerle de título a la entrada: "Cuando Saleta se llamaba Yailene". Pero me pareció que su sitio era el de una aclaración sin mucho ruido, más que el de una pancarta.
Un beso para todos.
Mi gratitud para todas las personas que se jugaron la libertad y su integridad física en la lucha contra el monstruo.
Saludos.
Gracias, Toro. He cogido un trozo de tu comentario para hacer un título "in memoriam" de todas aquellas personas.
Un abrazo.
Un relato que abre muchos pensamientos de un tiempo duro pero lleno de ilusiones internas.
No quiero perder algo que a otros les costó mucho conseguir,por eso la esencia de la libertad es mi mejor perfume.Gracias por este regalo.
Un abrazo sincero
Está muy bien contado, ya me extrañaba unos martinelli en el metro.
Un abrazo.
He perdido mi comentario,
ya me extrañaba unos martinelli en el metro...
está muy bien contado, muy bien escrito.
Un beso.
Pepe, que tiempos de denuncias, panfletos prohibidos, asambleas oscuras, amigos detenidos, tantas luchas, en tantos frentes...
Me encanta como lo cuentas y como lo sientes.
Un abrazo de otra luchadora
¿pero a que era emocionante?. Yo tiré panfletos, corrí delante de los grises, quise cambiar el mundo, pero el mundo era duro de pelar, y luego, me creí lo de la "democracia" y la "libertad", me relajé y dejé de luchar. Ahora, casi todo me dá miedo. Un beso Pepe
ME GUSTA QUE LA GENTE SE SIGA LLAMANDO "PEPE". MI PADRE SE LLAMABA PEPE, MI HERMANO SE LLAMA PEPE.
¡Cuántos recuerdos!...Lo sé cierto, nada hay más removedor que remover los armarios. Y valga la redundancia.
Un abrazo.
... Fíjate yo fui díscola cuando me fui haciendo mayor. Nunca he aceptado un porque sí, pero en la universidad era una cagada, participé en dos o tres revueltillas y terminé con colitis del miedo, así que admiro mucho, mucho a la gente que peleó en su momento para el bien de todos.
Por cierto, yo también tenía unas gafas de espejo, jajajaja, yo las utilizaba para dos cosas: para mirar a los chicos que me gustaban( ya ves, mis fines y las gafas de sol eran puramente materialistas)
un besote, buen día
Se me saltan las lagrimas, no puedo expresarme, gracias por ti por mi por todos por Saleta, por los que asesinaron en las manifestaciones por los que detuvieron tirando panfletos y torturaron en la puesta del Sol.
Estoy llorando.
Un abrazo.
Port todos ellos Pepe, por el movimiento clandestino que desde 1940 intentó sin éxito devolver a españa una libertad robada a golpe de cañón. En fin...qué poco parece contar eso. besos emocionados
Mis tiempos son posteriores. Cuando se moría y nunca se moría...cuando se murió...Pero, por supuesto que siempre, siempre, siempre en el corazón al anónimo aquel, que se jugó su libertad por la de todos. Nunca podremos olvidarlo, aunque nunca le conocieramos. Un besazo, buen amigo.
Pepe:
No sé qué decir de esto. Me salen cosas que no sé si son tontas o no: "¡¡¡ip-rráááá!!!",
..."¡Viva Mariana Pineda!"... "Mis respetos a todos los que dieron la vida por la libertad!".
Sé que la vida y los recuerdos se saltan de los cajones y de los estantes en cualquier momento, pero creo que es bueno mirar para adelante. Y si no mirá al Pepe de acá (Mujica), que hoy - aún antes de las elecciones internas del Frente- es seguro que será candidato a presidente en las próximas elecciones por mi partido (y cruzo los dedos para que sea el próximo presidente)y que está realizando la campaña electoral haciendo bicileteadas ( sí, él sale con el pueblo en bicileta y Lucía (la Topolanski Saavedra) le acompaña. También hace mateadas con los pobres (Poné José Mujica en el You Tube y lo vas a ver).Creo que te haría bien al corazón vivir acá.
Pepe:
No sé qué decir de esto. Me salen cosas que no sé si son tontas o no: "¡¡¡ip-rráááá!!!",
..."¡Viva Mariana Pineda!"... "Mis respetos a todos los que dieron la vida por la libertad!".
Sé que la vida y los recuerdos se saltan de los cajones y de los estantes en cualquier momento, pero creo que es bueno mirar para adelante. Y si no mirá al Pepe de acá (Mujica), que hoy - aún antes de las elecciones internas del Frente- es seguro que será candidato a presidente en las próximas elecciones por mi partido (y cruzo los dedos para que sea el próximo presidente)y que está realizando la campaña electoral haciendo bicileteadas ( sí, él sale con el pueblo en bicileta y Lucía (la Topolanski Saavedra) le acompaña. También hace mateadas con los pobres (Poné José Mujica en el You Tube y lo vas a ver).Creo que te haría bien al corazón vivir acá.
Mejor poné "bicileteando con el Pepe"
Me enternece tanto la historia de las gafas de espejo....
Y el nombre, Pepe...Yailene....
Ojalá un día coincidamos en una barra.
Para que me termines de matar.
O para que me salves.
Es lo que hacen los hechiceros.
Besos, Ladrón de alientos...
Para todos ellos ...gracias...con el corazón.
Lindo. Pepe,
Me gustan tus relatos y tu estilo.
Yo nunca usé gafas de espejo, ni de ningun tipo, a pesar de...
Un abrazo.
Debes sentirte orgulloso, Pepe. Tienes recuerdos que merecen aplausos.
Besoss
¡Cómo me gustan Bebo y el Cigala!...Tengo ese disco. Cada vez que los escucho me gusta más la música que hacen.
Ay Pepe! Te veo muy nostálgico!
Como un ladrón, nos acechan detrás de la puerta...Son esas pequeñas cosas, olvidadas en un cajón o en un rincón...
Siempre merece la pena luchar, aunque se beneficien otros.
Cuánto me gusta Carlos Cano...Abril
para vivir...
Besitos de Mayo:)
Qué nombre tan bonito éste el de Yailene. Me hace pensar en algún nombre caribeño más que africano.
Reconozco cierta debilidad por los nombres que contienen eles quizás porque pienso que alcanzaran las nubes y las dejarán pasar a través de sus bucles.
Cómo me agobia el metro, lo detesto, parecemos enlatados de todos los olores. Me lo imagino como una gran cloaca y nosotros el millón de ratas, el submundo de lo oscuro.
Bueno, no comenté nada de su maestría, pero como que no hace falta, de lo evidente no hay que hablar, sólo disfrutarlo egoístamente.
Inuits a punto de entrar en la gran urbe agujereada de esos tubos repletos de humanidades sin humanidad.
Sea usted feliz; es muy urgente.
A mi me tuvieron que sacar entre dos guardias civiles después de 48 horas encerrados en la delegación de ha... de Barcelona, ya sabes. He recibido alguna que otra hostia y corrido mucho tanto por el trabajo como en la universidad, hoy día me hierve la sangre, pero creo que no hay lo que tiene que haber.
Lo has escrito hermoso, como siempre Pepe.
Besos
Tengo el bello de punta. Y no sabría si ha sido por el principio o por el final. O quizá haya sido durante toda la historia y el último escalofrío me sobreviniera al leer tu nombre y el suyo unidos. Esos tres nombres inconfundibles ya. También me asaltó la nostalgia de no formar parte de esos que lucharon por la libertad que yo he disfrutado. Vaya todo mi agradecimientos a ellos. Por cierto, me encantó descubrir el antigüo nombre de Saleta en ese silencio de los recuerdos.
Un abrazo y gracias por este relato maravilloso.
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