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Entre el lunes próximo y yo, crece un cañaveral de miles de segundos. Desde el viernes al domingo por la noche, me escapo zigzagueando por donde no me encuentre el otro Pepe: cines, libros, el blog, mostradores, periódicos...
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Lo malo es que, dentro de estos otros maizales, tampoco sé quien soy. Sólo sé que ya ni recuerdo el verano, cuando se me ponían los ojos brillantes. No miento si digo que cada vez siento menos y recuerdo más, como escribía Cortázar. Que parece que el folio de mi vida se plegó en varios trozos. Que la voz (si la hay) llega de tan lejos, que es un sueño perdido entre dos páginas.
Por eso cierro los ojos, y los abro cuando la sala recobra los siseos y todos han agotado las palomitas. ¿Qué es cierto en todo esto?, me pregunto. La desolación al ver las butacas vacías requeriría un capítulo entero. Bastaría con adelantarse un poco, atravesar la espesura, salir a otra cosa: algunos (no sé cómo) encuentran la puerta...
Pero... qué más decir: todo aquello de Cuba se aleja en esta oscuridad otoñal, mientras busco el mando del garaje para que se levante el cierre de mi vida.
Habría que estar por fuera y entenderlo. Pero ahí no hay nadie. Únicamente dentro de mí, dos homo sapiens igualmente ignorados. O dos vacas corneándose, como diría un cuento Zen. Entes incomunicados que se empeñan en escalar solos el cielo raso. Curiosa fosforescencia de luciérnaga.
No me hagáis caso. El tobogán es mío.
Codorníu.
Lo malo es que, dentro de estos otros maizales, tampoco sé quien soy. Sólo sé que ya ni recuerdo el verano, cuando se me ponían los ojos brillantes. No miento si digo que cada vez siento menos y recuerdo más, como escribía Cortázar. Que parece que el folio de mi vida se plegó en varios trozos. Que la voz (si la hay) llega de tan lejos, que es un sueño perdido entre dos páginas.
Por eso cierro los ojos, y los abro cuando la sala recobra los siseos y todos han agotado las palomitas. ¿Qué es cierto en todo esto?, me pregunto. La desolación al ver las butacas vacías requeriría un capítulo entero. Bastaría con adelantarse un poco, atravesar la espesura, salir a otra cosa: algunos (no sé cómo) encuentran la puerta...
Pero... qué más decir: todo aquello de Cuba se aleja en esta oscuridad otoñal, mientras busco el mando del garaje para que se levante el cierre de mi vida.
Habría que estar por fuera y entenderlo. Pero ahí no hay nadie. Únicamente dentro de mí, dos homo sapiens igualmente ignorados. O dos vacas corneándose, como diría un cuento Zen. Entes incomunicados que se empeñan en escalar solos el cielo raso. Curiosa fosforescencia de luciérnaga.
No me hagáis caso. El tobogán es mío.
Codorníu.
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16 comentarios:
Tienes que volver al Caribe cuanto antes y seguir escribiendo, se te pasa la tristeza...
Tendremos que aprender a hacer papiroflexia. Podríamos hacer cisnes disfrutando del remanso cristalino de un lago, una ballena con un surtidor que alcance cometas, o gaviotas que reflejen, en su vuelo, todo el azul del mar
Podemos hacer saltar las palomitas en la sartén de la vida al ritmo de de la brisa del corazón.
La puerta no tiene barrera ,ni cerrojo ,ni cobra entrada, ni es puerta....
Me encantan las luciérnagas desde que las descubrí en el perejil del patio de mi casa que era particular,el de la infancia.
Señor Codorníu sus burbujas tienen mucha vida aunque usted lo dude.
Inuits
Pues aunque ese tobogán sea tuyo me gustaría poder decorártelo de bellos colores... para que al mirarlo encontraras la puerta... las llaves... e incluso tus ojos volvieran a brillar centelleando estrellitas de colores.
Me encanta escuchar tu música
Un beso
El asunto es que todo el año no puede ser verano, ni Pepe puede pasarse mandando a Codorníu a disfrutar de las puestas de sol despreocupadamente.
Un beso,Pepe.
Esta oscuridad otoñal servirá para prepararte las pupilas, para ese nuevo espectáculo, que sin duda te volverá a traer el verano con sus nuevas luciérnagas fosforescentes...
Jo! Yo quiero deslizarme por ese tobogán!
Besos:)
"Canta como si no pasara nada.
Nada pasa."
Son dos versos de Alejandra Pizarnik, ella también sabía mucho de esas dos personas, que a veces nos habitan. ¿Te parece poco sentir sentirlas dentro, sentirte?
Siempre hay alguien, aunque el tobogán sea sólo tuyo. Además, esta temporada, el parque está lleno de toboganes.
Muchos besos.
Esos plantearse tantas cosas, esos sentires, suelen ocurrirles a los corazones sensibles, a las almas bellas, a las mentes privilegiadas, tú de todo eso tienes una jartá...
Gracias por esa rosa, gracias por estar, por ser, por existir.
Mil besos
P.S. Esa imagen es preciosa y de la música... qué te voy a decir, que todo huele a ti.
Pues ya me explicarás lo de la expresión de la cara de esa foto... jajaja... ¿ que dice según tú ?
Un beso
Qué fácil resulta leer el texto y ponerle tu voz. Qué bien lees.
Me quedo en silencio ante los comentarios que recibes. Son todos bellísimos, Pepe, como tú.
Mi parquedad me permite únicamente volver, una y otra vez, a tus versos (que son versos tu prosa)
Cuba no se aleja, Pepe, prendió dentro. Hay experiencias que imprimen caracter.
Buen día, guapo
Vaya, me quedo enganchada a tus palabras. Eso de que cada vez sientes menos y recuerdas más... a lo Cortázar. Todas las metáforas que llaman mi atención y me hacen imaginar un alma detrás.
Besos
Te hago caso,
me cojo a tu cintura
y me lanzo contigo en el tobogán.
O te espero abajo
con abrazo amigo.
Lo que prefieras doble brujo,
doble ladrón,
doble cegato de cine.
(Eso sí no me pidas....un tobogán sí...los que quieras...una sala de cine, no...jajaja...me muero de la claustrofobia...¿hace tobogán & martini?)
Muchos besos en three, two, one...!!!
Todos tenemos un tobogán para nosotros. Muchos pequeñito y otros enormes, que incluso cortan la respiración.
Me gustan tus escritos como también tu tobogán.
Besoss
No puedo no hacerte caso, es que leerte hoy, en esta hora ha sido como si me leyera.
Un abrazo Pepe, siempre un placer entrar a tu blog.
Que suerte tienes de poder esconderte del otro Pepe. Debes ser muy buen escapista.
No presumas de viejo, amigo. Sólo ellos se vanaglorian de recuerdos. Sientes más que recuerdas, y recuerdas porque sientes todavía en tu piel los recuerdos. Y como los cronopios, un Pepe, los suelta por tu casa, y los acaricia con tus palabra, esas palabras que tan bien sabes hacer… y el otro Pepe quiere embalsamarlos como los Famas… incomunicados pero fieles a tu tobogán.
Gracias por dejarnos tirar por el de vez en cuando.
Un beso otoñal.
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