El aeropuerto José Martí nos recibía desde una sala grande y nueva. No sé cuando la harían: no estaba así hace veintitrés años, cuando fui la primera vez. Tampoco las banderas de todos los países del mundo colgaban del techo con aquellas dimensiones prodigiosas. Ese inmenso colorido consiguió emocionarme, y quise pasar cuanto antes el control de pasaportes; pero tuve que esperar: había que adaptarse al ritmo caribeño. Alto al stress.
El recorrido en un taxi (hay 20 km hasta La Habana) fue un permanente mirar por las ventanillas con avidez. Apenas me daba tiempo a leer todos los slogans revolucionarios que iban apareciendo a cada poco, los coches antiguos, la increíble pluralidad de transportes, los grupos de gente que hacen “botella” (auto stop) por la carretera, las primeras casas coloniales…
Llegué al Habana Libre de noche, a una habitación del piso 21, frente al malecón. Me impresionaron las fotos de los guerrilleros desperdigados por el hall, tirados por el suelo con las mochilas, dormitando por los tresillos, recostados contra las columnas... Este hotel era el recién inaugurado “Hilton” apenas un año antes, en el 58. Fue confiscado según entraron en La Habana, y se fueron a descansar a las bañeras. No pude estar allí ese día con una cámara de fotos. Apenas era un niño que jugaba a cosas de niños. Imaginar las escenas de entonces, pone la carne de gallina.
Al alba, me asomé a la terraza a ver salir el sol al otro lado de la bahía, elevándose por encima del Morro, frente por frente: qué gran suerte la mía. Allí estaba yo, mudo, una hora o más… lo que duró el amanecer... Momentos preciosos identificando a lo lejos los iconos históricos: el Capitolio, la Catedral, el cruce de Obispo con Mercaderes, la plaza de Armas, la Plaza Vieja, la iglesia y plaza de San Francisco, y tantos rincones emblemáticos deducidos a través de sus tejados inconfundiblemente bañados por la teja, como dice Silvio Rodríguez.
Bajé pronto. A las ocho estaba listo. Esa mañana salía para Viñales (la zona más occidental de la isla) y Pinar del Río. El buffet era abundante y de calidad. Qué hambre. Y qué ganas. Al terminar, cambié en recepción los primeros euros por pesos convertibles, y puse batería nueva a la cámara.
El recorrido en un taxi (hay 20 km hasta La Habana) fue un permanente mirar por las ventanillas con avidez. Apenas me daba tiempo a leer todos los slogans revolucionarios que iban apareciendo a cada poco, los coches antiguos, la increíble pluralidad de transportes, los grupos de gente que hacen “botella” (auto stop) por la carretera, las primeras casas coloniales…
Llegué al Habana Libre de noche, a una habitación del piso 21, frente al malecón. Me impresionaron las fotos de los guerrilleros desperdigados por el hall, tirados por el suelo con las mochilas, dormitando por los tresillos, recostados contra las columnas... Este hotel era el recién inaugurado “Hilton” apenas un año antes, en el 58. Fue confiscado según entraron en La Habana, y se fueron a descansar a las bañeras. No pude estar allí ese día con una cámara de fotos. Apenas era un niño que jugaba a cosas de niños. Imaginar las escenas de entonces, pone la carne de gallina.
Al alba, me asomé a la terraza a ver salir el sol al otro lado de la bahía, elevándose por encima del Morro, frente por frente: qué gran suerte la mía. Allí estaba yo, mudo, una hora o más… lo que duró el amanecer... Momentos preciosos identificando a lo lejos los iconos históricos: el Capitolio, la Catedral, el cruce de Obispo con Mercaderes, la plaza de Armas, la Plaza Vieja, la iglesia y plaza de San Francisco, y tantos rincones emblemáticos deducidos a través de sus tejados inconfundiblemente bañados por la teja, como dice Silvio Rodríguez.
Bajé pronto. A las ocho estaba listo. Esa mañana salía para Viñales (la zona más occidental de la isla) y Pinar del Río. El buffet era abundante y de calidad. Qué hambre. Y qué ganas. Al terminar, cambié en recepción los primeros euros por pesos convertibles, y puse batería nueva a la cámara.
Viñales es muy verde. De camino nos llevaron a una fábrica de tabaco; a ver como liaban los puros. También vimos unas cuevas geológicas: un paraíso de estalactitas y estalagmitas esculpidas por la naturaleza en piedra caliza. Las recorrimos en barca. Al salir nos exprimieron caña de azúcar natural, y nos dieron ese jugo mezclado con ron. Madre mía. Para ser el primer día, qué gozada...
A la vuelta, nos echamos en brazos de la Habana Vieja y callejeamos sin parar, entrando aquí y allá, como viéndolo todo por vez primera... (Mirando. Escuchando. Hablando. Disfrutando...) Ya exhaustos, en pleno atardecer, se nos apareció el Floridita como un espejismo posible en una ciudad imposible. "Por aquí -pensé- siempre inventando regalos"
Y allí estaba Hemingway, dentro, en bronce, en su sitio de siempre. Y siempre vivo. Como el barman del Floridita. Nadie puede hacer un daikirí como él. Consensuado. El primer sorbo me supo a gloria. Tanto, que me acordé de todos mis amigos. Este momento era suyo. Era mío. Me lo debía... Y os lo debía.
.
Ah, se me olvidaba: cantaba en directo Elisabet Corrales, la violinista del cuarteto de la foto de la izquierda. ¿Qué cantaba? -Chan chan. No he puesto su versión; pero dejo constancia de la calidad de los músicos desconocidos que hay por doquier en esta isla.
.
Y esta vez no he vivido en un escenario, sino dentro del mundo.
(Continuará…)
Codorníu
(Continuará…)
Codorníu
.
10 comentarios:
Jooooooo Pepe ¿por que no me llevaste contigo escondida en tu maleta? Esto no se hace...
Te explico... todos los hermanos de mi ama desaparecieron en Rusia tras la guerra civil y la mundial...
Veinte años después apareció el primero... los otros dos acabaron en Cuba colaborando en la Revolución de Fidel... cedidos por la URSS como técnicos en X materias
He vivido mi infancia entre fotos, libros y cartas de Rusia y de Cuba. Descubriendo primas, tias y familia diversa, en Rusia, Ucrania, Cuba y Kajastan...siempre por fotos.
Hace más de dos años he perdido la última pista que tenía en Cuba, me devuelven las cartas...
Esa Cuba que presentas me encanta... no sabes cuanto me gustaría haber hecho ese viaje tuyo. Espero poder hacerlo pronto.
Mil gracias por ese recuerdo, por la fecha algo me dice que me vino muy bien.
Seguiré impaciente tu crónica viajera.
Un beso inmenso
Por cierto... yo también me acordé de ti en mi retiro previo a la operación.
Puedes verlo en la entrada del día 13 de julio
Más besos
"Y esta vez no he vivido en un escenario, sino dentro del mundo".
¡¡¡Uffff!!!...¡Menos mal!...
No sé qué gusto tiene el daiquirí, pero he disfrutado mucho de ese trago. Ahora tomo un whiskycito, mientras escucho esta música maravillosa y realizo contigo el paseo del primer día. ¡Maravilloso!
¿Qué tal otra entrega en el Picasa?
Gracias por llevarme por la Cuba Colonial y la de Hemingway., y por l hotel tomado por los guerrilleros...,espero la próxima entrada, también me gustan las fotografías que vas colgando...
ah, la fotografía de los libros me ha impresionado...
un abrazo.
Hermosas crònicas estàs compartiendo.
Lindo que estès en una tierra càlida.
Bethania -mi hija- fue en el mes de mayo y regresò contenta de esa tierra pero tambièn muy reflexiva.
Sigue pàsandola bien.
Abrazos
G
¡Qué bonitas las fotos de la ciudad¡
Ya tengo tu próxima profesión Codorníu:
Piel dentro del mundo.
Narrador de viajes, con el surrealismo de la realidad vivida literariamente.
Casi que nos tendríamos que poner en contacto con la embajada Cubana y ofrecerles esta magistral bitácora literaria.
Auroras
Qué gusto entrar por aquí y disfrutar contigo de todo lo que trajiste en tu maleta, de todas las miradas que nos regalas y de todas las palabras que nos transportan hasta ese lugar que tiene tantas resonancias y tan vivas...
Qué maravilla de imágenes, ancladas en el tiempo...
Preciosa crónica viajera. Eres afortunado por "tener" esas vivencias, y lo pongo en tiempo presente, pues todo lo vivido, formará parte de tí, y de lo que se manifieste en tí, de aquí en adelante.
Pienso volver para continuar bebiendo tus letras junto a un daikiri.
Un abrazo:)
Ya estoy pensando cuándo y cómo preparar ese daiquirí. También averigüando qué es el "triple sec".Gracias.
Bienaventurados los que viven el verano en este tiempo, porque de ellos es el maravilloso mar.
Y digo eso porque, qué voy a hacer, soy Piscis.
Si, de verdad, gracias por acordarte en ese preciso momento-primer sorbo de daikiri, de tus amigos, de los que sin conocer apenas, te acompañan tan lejos!
Allí, todos contigo, todos a una, todos en ese trago inolvidable de sensaciones, en el Floridita con Pepe,
un beso,
ana
Publicar un comentario