12 de octubre de 2012



Yo he nacido aquí como podía haberlo hecho en cualquier otro punto del globo, decía SaletaPara algo soy un ser racional: para saber distinguir un accidente de aquello que no lo es. Eso decía. 

Por mi parte, acepto esta convención de pertenecer a un Estado desde un punto de vista meramente funcional -llevaría el volante a la derecha si hubiera nacido en Inglaterra- y punto. Por otra parte, no voy a negar ahora que el roce hace el cariño. Admito,  por obvia, la preeminencia de los sabores familiares, los cromos de la infancia, los rincones queridos de mi pasado, los amigos...  

Pero hasta ahí. Jamás lucharé por una patria de más o de menos; porque sé que detrás de todas ellas sin excepción hay un puñado de avaros con los ojos vidriosos, que nos ocultan sus verdaderos intereses y visten con traje de domingo, por si cuela. Y aunque hay que reconocer que cada vez se les ve más el plumero, ellos son hoy los que deben ser felicitados: ciertamente son hábiles en despistarnos con chorradas, mientras sus andanzas se pierden en la oscuridad del pasado infinito.   

Felicidades, pues, a los que evaden impuestos, a los de las SICAVS y otros paraísos, a los que fijan la residencia fuera de España a efectos fiscales, a los especuladores (ladrilleros y bursátiles) que se han hecho de oro, a las financieras que se resisten ferozmente a aplicar la tasa Tobin, a estas mismas entidades que reciben del BCE el dinero al 1% y se lo benefician en cuestión de minutos comprando deuda al 6% sin que llegue un euro a la economía real; a los que timaron a muchos inocentes con ingeniería financiera de diseño; a todos los testaferros, lacayos, camellos comisionistas y otros menudeos que les dejan los anteriores; en fin, a todos estos que vuelven los ojos en blanco a España sólo cuando exigen ser rescatados sin pararse a saber cuánto supone ese rescate de sufrimiento puro y duro para la gente corriente. 

Digo la corriente. Ya no hablemos de la cadena humana que sale llena de hollín del negro túnel de los comedores sociales.

Codorníu. 

4 comentarios:

mjromero dijo...

Cuánta verdad. Mientras hablamos de banderas no hablamos de otra cosa.
yo estoy de acuerdo con la canción:

Entre mi pueblo y tu pueblo hay un punto y una raya / pero estas cosas no existen sino que fueran creadas para que tu ...tu alma(?) estén siempre eparadas.
No recuerdo mu bien la letra, pero las banderas no dejan de ser tonterías, no así la crisis espeluznante del Sur.
Un abrazo.

Anónimo dijo...

Escribes como algunos hacen canciones, y así suenan tus palabras dándose la mano unas a otras.
No hay más patria que los corazones, todos igualmente frágiles, unos helados y otros tan cálidos.
Que nunca se te desabrigue esa patria, amigo.

Buenos días.
Matilda.

Codorníu dijo...

María Jesús, Matilda, Aguas abajo es vuestra casa.
...

Aquí, no podrán convencernos de que los seres humanos fueron tan sólo un sueño de los años sesenta.
...

Al menos aquí no podrán vendernos sus guerras de banderas, porque los trabajadores no tenemos más patria que la solidaridad con el que sufre.

Un beso.

mangeles dijo...

Pues estoy de acuerdo con Saleta. Dicho lo cual, me declaro ciudadana del mundo, y declaro que mi patria es el Sistema Solar...Y ahora, Codorinu...¿qué hacemos para que esta patria nos funcione come debe ser?...Yo estoy un poco falta de ideas.

BEsotes