2 de junio de 2011

Cuando llegué a Madrid en el año 41, regresé a casa de la patrona donde había estado algunos años atrás, previos a la guerra. Vicenta no me puso ninguna pega; pues me quería mucho, y yo a ella. En esa misma finca, en el primer piso, vivían la madre y una hermana del que luego sería mi jefe. Por medio de la patrona me recomendaron a este hombre que era el dueño de una empresa de fabricación de muebles. Un día, me mandó llamar a la tienda, me dijo las cosas de las que me tenía que encargar y me entregó las llaves. Se conoce que estaba deseando soltarlas. Cuántos bolsillos de los pantalones me han roto.
 
Desde el primer día me hizo encargado de todo. Tenía que abrir a las ocho, porque venía la mujer de la limpieza. Los demás entraban a las nueve. A partir de ese momento, supe que tenía que trabajar una hora más que los demás. El jefe me dijo de palabra que teníamos que arreglar esa diferencia, pero se murió sin acordarse de lo prometido.

Yo era el comodín de la empresa. Es triste; pero al final llegué a la conclusión de que no ganas nada portándote bien. Eran soberbios y abusaban de que escaseaba el trabajo. Si te conviene, lo haces, sino ya sabes dónde está la puerta. Así aguanté cuarenta años, hasta que me jubilé. El hijo del jefe era distinto, daba gusto trabajar con él. Me mandaba a los bancos a retirar dinero. Allí ya me conocían y me daban los fajos de billetes sin contarlos. Una vez me dieron cinco mil pesetas de más (una fortuna). Se lo hice recontar al jefe, y le salía lo mismo. Recuerdo que llamé al cajero y le dije que si no le cuadraba la caja, que no se preocupase que lo tenía yo.  El hombre no sabía cómo agradecérmelo, porque si les faltaba lo tenían que poner ellos.

Por aquel entonces, andaba por Madrid mucha gente de Galicia. Los domingos nos íbamos a San Antonio de la Florida, donde había baile y lo pasábamos muy bien. Por aquel tiempo, conocí a chicas muy formales y me salieron varias para casarme. Sin embargo, pensaba que mientras no ganase lo suficiente, para verla pasar hambre ya bastaba con que la pasara yo solo; porque antes las mujeres no tenían trabajo como ahora, y tenías que pensar en eso si tenías dos dedos de frente.

Por fortuna, me fue bien en este planteamiento y cuando me casé en el año 42, ya tenía un salario que nos daba para vivir a dos personas. Ese año lo recuerdo especialmente, porque se pasaba mucha hambre: el pan escaseaba y el racionamiento te permitía apenas una barrita del tamaño de una mano para cada familia. No se sabía de qué harina estaba hecha, pero mejor no preguntarlo. Algunos habrán amasado fortunas en aquellos momentos. La gente por la calle parecían esqueletos de delgados que estaban.

(continuará...) 

Pepe, padre.

7 comentarios:

mangeles dijo...

Bueno, Don José, eso es lo que me ha pasado a mí, casi....te metes en un empleo, y cuando te das cuenta, ni "servido ni pagao"...Pero como dice una amiga mía, 1.000 eurillos es una porqueria, pero 1.000 eurillos mes tras més, sin parar, durante 20 o 30 años ...es mucho.....

¡Así es la vida¡...


Muchos besos

Isabel dijo...

Debió ser horrible la post-guerra, le debemos mucho a nuestros padres y abuelos, lo pasaron muy mal para darnos lo que casi habiamos conseguido, pero ya ves, ahora, si no lo paramos, volveremos al franquismo, y a la España del "señorito", y los hijos de los obreros, quizá no puedan llegar a la universidad, como antaño. Esperemos que no sea así, nos toca luchar para que no sea así.
Un beso

Anónimo dijo...

Además de todo honrado, no todos hubieran devuelto esas 5000 pts.
Me imagino que a pesar de que pasaron escasez, ese año 42 estuvo lleno de amor, y con eso, se superaba todo. Tiempos difíciles, pero con hombres y mujeres valientes que salieron adelante por ellos mismos, qué diferente a lo que ha venido después.
Un abrazo Don José, gracias por seguir contándonos su lucha, su vida.
Besos Pepe

FLACA dijo...

Entré hoy aquí a leer esta parte de la historia y a dejarle un comentario a MÁNGELES, porque -no hay caso- blogger no me permite publicarlo en su blog- Como siempre es grato venir a este sitio. Mientras leo el relato de don José, suena Paco (¡oh, casualidad!). Así que pego el comentario que escribí para Mángeles y se lo dedico a los tres, está de acuerdo con lo que aquí se escucha, con lo que aquí se lee y la vida de don José, con el entusiasmo tuyo Pepe y con las palabras de Mángeles allá en su sitio. Cruzo los dedos con el deseo de que aquí sí pueda publicar. Abrazos a todos.
"A galopar,
a galopar,
(...)!

A corazón suenan, resuenan, resuenan
las tierras de España, en las herraduras.
Galopa, jinete del pueblo,
caballo cuatralbo,
caballo de espuma.

¡A galopar,
a galopar,(...)"

Como decía don Rafael Alberti y aún canta Paco

Anónimo dijo...

Un beso Pepe,espero que tu padre siga bien, gracias por los mails que me han ido poniendo al día de toda la lucha de las plazas. FFeliz solsticio .

mangeles dijo...

Con mucho retraso....pero gracias FRACA ...precioso tú comentario...


Tengo el ordenata tonto...además...obras en el barrio que me tiran de internete cada dos por tres....ufff...un montón de lío....Pero muchos besos...


A ver si llega Agosto y puedo descansar y ponerme al dia.

Anónimo dijo...

Por favor, más recuerdos.
Y si es posible, que no se "cepillen" varios años en el mismo párrafo. Esa vida tiene suficiente chicha para más detalle.
Un abrazo.