21 de abril de 2013


"Se incendió mi casa;
ahora nada me obstruye
la visión de la luna”
   (Masahide, l657-l723)



El hayku lo dice todo. Sin embargo, aún no conozco ningún ser humano que vaya voluntariamente hacia los reveses con que te obsequia la vida. Uno va buscando la cara de la moneda, no lo contrario, desde que se levanta -y pone un pie en el suelo- hasta que se acuesta. Lo "otro" suele llegar por sorpresa; raro es que se cuente con ello ni siguiendo la teoría del Caos, que diría Mauldin.

Hoy me pasé por la compañía de seguros para recoger el cheque con la indemnización -ridícula, por cierto- que nos dieron por el robo del coche. Todavía no han pasado dos meses de aquel día; pero ya puedo decir que estoy contento: he recibido más (y no hablo de dinero) de lo que he perdido...  

Sería un error explayarme. Hace falta un solo grano de arena adicional para que se derrumbe la montaña que hicimos en la playa de pequeños. 

En palabras de Paul Valery: La mer, la mer, toujours recommencée! 

Codorníu.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Tu casa Pepe... tú... espero que todo vaya bien querido amigo.

Abrazo, hermosa imagen.