Hace ya tiempo (se ha publicado abundante material en los últimos cincuenta años) que van quedando al descubierto muchos lunares negros de la personalidad en cuanto a su manifestación como conducta social.
Estamos en una sociedad enferma, de eso no hay duda. La actual Arca de Noé lleva en su pasaje cantidad de seres humanos enfermos, como no podría ser de otra manera. En la Biblia se les conoce como "animales", con perdón de los auténticos.
Los estudios de los psicólogos sociales han conseguido demostrar ya con pruebas fehacientes que es necesaria una personalidad de psicópata para triunfar (subir, ascender, trepar) en empresas y otras escaladas de lo público y lo privado. No es el único factor, por supuesto; pero es un denominador común para los que pretenden elevarse como un cohete.
Por ahí comienza a saltar la primera señal de alarma: ¿quién nos dirige? ¿quién nos gobierna? ¿cómo pueden gestionar los valores y las emociones aquellos que no pueden sentir nada o casi nada ante el dolor de los demás? A las pruebas me remito. El capitalismo necesita de esos "enfermos" y además necesita ensalzarlos como "modelos" de acción para que no sientan el vacío social. Patético ¿no?
Por abajo también los hay, cómo no. Son seres que por circunstancias diversas, no han logrado encontrar una manera que se admita dentro de lo "legal" para satisfacer sus propósitos de éxito social. Andan entre nosotros, son ciudadanos grises, pueblo a secas. Conclusión inmediata: su mundo emocional se llena de una rabia difícil de contener. A su alrededor sólo falta un culpable en quién volcar toda esa insatisfacción.
Rabiosos, los hay por todas partes. Valga como ejemplo el ambiente que se "masca" en torno al fútbol: lleven a su hijo pequeño un día a una grada en directo, y si tienen por aquí dentro algo sano, no volverán. O volverán lo justo, que es muy poco.
Hay más escenarios donde se ejerce violencia, muchos más. En la mente de todo el mundo están esos comportamientos agresivos que andan por ahí buscando lo que se conoce como un "chivo expiatorio". Me los salto para ir directamente a referirme a aquellos violentos que vemos en las manifestaciones políticas, bien con sus gritos, bien con sus consignas, bien con sus actos.
Alguien, que ahora mismo no recuerdo, dijo una de las mayores verdades al respecto:
"Cuando un loco empieza a ser consciente de que lo es, deja de estarlo inmediatamente. Es imposible estar loco y ser consciente de tal estado"
La gente violenta no se reconoce a sí misma como tal. Siempre hay alguien que "se lo ha buscado". Siempre habrá una cobertura ideológica que les ponga un paraguas. Por fortuna, hay algo que no falla a la hora de identificar a estos enfermos. Al margen de la razón que esgriman para justificar sus maneras, los propietarios de toda manifestación de violencia en cada uno de los niveles que hemos citado (crispación contenida, incitación o acción) no pueden evitar -tarde o temprano- tener otra conducta que esa que emerge de su infierno interior: Por sus actos los conoceréis, se dijo.
Me seducen del 15M muchas cosas. No las vamos a enumerar aquí. Pero por encima de todas ellas, se lleva la palma la naturaleza pacífica de sus métodos de acción. Mientras consigamos mantener aislados a los enfermos (que los hay), que buscan aquí lo mismo que en el fútbol, podremos llegar muy lejos.
La resistencia pacífica no tiene ya que demostrar su eficacia para conseguir cambiar la Historia.
Codorníu.