16 de julio de 2018


No hay mundo, no hay tierra, no hay nada... En el fondo es eso, al final todo es mentira. El único sitio donde existes es en tu cabeza...
"Paul Auster, "El palacio de la luna".

Estaba  apoyado en el aféizar. Muchos kilómetros por encima de los tejados, la luna, lo único presente, iba limpiando detrás de mí las conchas, las piedras y los cuarzos. Unos segundos antes, alejándose cada vez más, me había parecido escuchar el taconeo de sus camperas al andar faenando.


Movido por un resorte, abrí la puerta y bajé los escalones de dos en dos -a punto estuve de despeñarme a trompicones.

Llegué justo en el instante que el muelle de la puerta entornaba la hoja. Un puré plateado, resultado de mezclar la espesa niebla del pasado con la luz de la luna pintaba un mundo exterior dando sentido a las formas: rotulando los buzones, trepando por las paredes, poniendo bajo mis pies todos los descansillos...


Retrocedí hasta hincarme el pasamanos en la espalda para no perder a Saleta.