16 de septiembre de 2012


Hace mucho que salgo a pasear por calles irreales evitando las otras, las que dicen que existen. Cada noche, la papelera de reciclaje del escritorio cuelga, cual peso muerto, buscando una mano que la baje a los cubos de basura de la esquina. Su corazón, no deja de producir conexiones tejiendo instantes que la memoria se encarga de rastrear por capricho. No paran de aflorar burbujas en la mente, balbuceos con Saleta, imágenes. Las estampas se pegan y despegan en espejos que tacho cada noche con el dedo, buscando una lacería que tenga algo de extraordinario, por diferente. 

¿Me engaño? Bastante sé que sólo repaso aquellos arabescos de antaño a la luz de una bombilla rubia, que peina su melena un metro por encima de míNi siquiera el batir de tortillas de entonces cruza ya por las cuerdas de ropa de ventana a ventana. Cierro los ojos; camino contando pisadas virtuales, eso es todo. 

Codorníu.

        

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Y escribes, y a mi me emociona cada letra tuya, cada metáfora, cada imagen y tantas cosas más y te quiero, no lo olvides.

Te beso

Anónimo dijo...


Solo te dejo esta nota para que sepas que estuve aquí... y que si no terminaran nunca la canción de Luis Pastor, ni la que habla de esta vida tan extraña, aquí me hubiera quedado bailando eternamente con la tristeza dulce que de sus notas se desprende.

Un abrazo cálido y el cariño que con él pueda entregarse.

Matilda.

Anónimo dijo...

Una niña que pasó ayer a mi lado decía: "Mami, yo no lloro, porque solo es un cuento, ¿no?"

Queridas amigas: muchas gracias por pasaros por Aguas abajo. Y sí, hay algo, un fondo de tristeza, ya lo sé.

Pero sólo es un cuento.

Besos a ambas.

Carlos Augusto Pereyra Martínez dijo...

Rebuscar allí, donde el mundo es un camino al mundo de los constructos de nuestros sueños, mundo paralelo, donde quizás el sueño deje serlo, y obre con el perfil de la realidad propia, la que tallamos a burilazos, como el agua y el viento que cincelan la roca. Un texto, bailando entre la poesía y el relato, con ese vaivén suave y nostálgico de las canciones de tu blog. UN besio. carlos

FLACA dijo...

¡Cuántos se parecen a veces los estados del alma, querido amigo!... ¡Pero qué forma más bonita de decirlo!... Salgo de aquí con un sabor a tristeza dulzona, pero con la misma bella y satisfactoria sensación de cuando salgo del teatro totalmente conmovida. Un abrazo, Pepe. Acá ya está llegando la proimavera, aunque el cielo esté gris y llueva mucho.