Señores diputados: ¿Les suena eso de todo para el pueblo, pero sin el pueblo, ahora que andamos con la Constitución a las vueltas? Miren, encontré esta preciosidad, impresa en letras de oro, por si quieren cambiarla, dado lo incómodo de su presencia:
"Toda la riqueza del país en sus distintas formas y sea cual fuere su titularidad está subordinada al interés general".
"Toda la riqueza del país en sus distintas formas y sea cual fuere su titularidad está subordinada al interés general".
No, no se trata de Cuba... la denostada Cuba. Qué va. Es el Art.128.1 de la Constitución española.
Reconozco que soy un ingenuo, porque me sigo cuestionando: ¿Qué se entiende por interés general?
Al parecer, al responder a esta pregunta, ustedes, sus señorías, no piensan en los pensionistas, los parados, los enfermos, los estudiantes... y en fin, todas esas cosas que afectan a la gente corriente; sino en los bancos (que hay que salvar con cargo al presupuesto, cuando debería ser al revés) y en un puñado de tipos podridos de euros, que disponen -gracias a sus labores legislativas- de escandalosas fórmulas legales para pagar la mínima cantidad de impuestos, so pretexto de que no se los lleven a otra parte. Aunque, a estas alturas, todos sospechamos que lo más jugoso de sus fortunas anda ya en paraísos fiscales, tan opacos como delictivos.
Está claro, señores "elegidos democráticamente" que eso del interés general no significa lo mismo para ustedes que para nosotros, los ciudadanos corrientes.
Un momento... ¿No huelen?
Un momento... ¿No huelen?
Este país apesta a dictadura. Cada cuatro años, abren el ventanuco; nos dejan sacar la mano y echar la papeleta: ahí se acaba nuestra participación. Después, sólo queda el crujido del cerrojo. Y de nuevo la oscuridad más absoluta.
Qué pena, ¿no?
Qué pena, ¿no?
Codorníu.